Dr. Francisco Morales Zepeda
La cultura es un producto intangible que se materializa en bienes de consumo, esta expresión la relaciona profundamente con economía. La transmutación de la cultura en un bien de uso y de cambio la coloca bajo las leyes del mercado, con todas las implicaciones que una mercancía tiene en la sociedad, no sólo en la ley de la oferta y la demanda, además como fetiche y estereotipo de distinción.
La cultura en el espacio geográfico confluye con las sensaciones como mercado emergente en el capitalismo flexible (Constenla, 2002), es ahí donde el concepto “Industria Cultural” acuñado por la escuela de Frankfurt (principalmente Theodor W. Adorno, Max Horkheimer y Walter Benjamin) cobra sentido para hablar de las consecuencia de la alienación de los bienes culturales en las sociedades dependientes de los grandes centros de producción de los estereotipos mundiales.
La cultura como bien espacialmente definido es cuestionada por las formas de producción posindustrial (Bell, 2001), modelo que al mismo tiempo que universaliza los bienes culturales genera el fenómeno de la homogenización de los estereotipos, lo que da pie a la resistencia de las culturas locales y nacionales ante la hegemonía de las sensaciones transmitidas en los medios masivo de comunicación.
La homogenización de los estereotipos “confronta” al centro y la periferia al buscar definir el peso real y especifico de cada uno de estos extremos de la distribución del capital en la producción de la industria cultural, este enfrentamiento no se da únicamente entre los centros urbanos financieros e industrial del mundo, también se presenta en una escala nacional y regional entre los las ciudades grandes y las intermedias.
Los bienes culturales que se producen en los centros urbanos se difunden en todo el mundo y orientan los estilos de consumo de la población, así como los cánones de conducta de las sociedades, por lo que no es de extrañar que las llamadas culturas nacionales se consideren amenazadas.
En México el espacio en el que se produce la mayor parte de los bienes culturales está definido en gran medida por los grandes centros urbanos del país, en cuyo entorno se producen o comercializan las mercancías que definen la tendencia de consumo de los bienes culturales, mientras que las ciudades medias o intermedias entran en un permanente conflicto entre la aculturación y resistencia.
Las ciudades medias de México de acuerdo con la clasificación de CONAPO (Consejo Nacional para la Población) son aquellas que cuentan con una población de 100 mil a un millón de habitantes, lo que nos indica que en el país para el año 2000 había por lo menos 71 ciudades que cumplen con esta característica.
La ciudad media es el espacio urbano en el que la producción de la industria cultural cuenta con las condiciones menos propicias para su desarrollo fuera del marco institucional, es decir, su presencia es incipiente al margen de los apoyos gubernamentales destinados a actividades culturales, una de las razones que determinan esta situación es que es poco común que la población que habita estas ciudades aprecie estos bienes de consumo cultural.
La condición urbana en la que están inmersas las ciudades medias del país nos indica la necesidad de contar con nuevas modalidades de esparcimiento para su población, cuyos orígenes son muy diversos, pero es difícil conjugar migración interna, educación y disfrute de la cultura.
La permanente migración interna de las zonas rurales a las urbanas es una fuerte presión sobre los servicios públicos y el espacio urbano de las ciudades medias, lo que genera que se presenten serios problemas para el disfrute de los espacios públicos ante una permanente “desurbanización” de la ciudad.
En las ciudades medias la “cultura urbana" no termina de anclarse en la geografía de la ciudades porque existe una permanente definición de las zonas periurbanas, siempre son cambiantes, siempre en crecimiento, donde los nuevos asentamientos reclama el que se desarrollen nuevos espacios de disfrute de los bienes culturales.
Si a la necesidad imperante de la producción de “bienes culturales” en las ciudades medias, aunamos la poca presencia de una cultura urbana endógena, nos encontramos con una realidad que no alcanza a neutralizar o incorporar los bienes culturales que se producen en los grandes centros urbanos del país a partir de una mirada de identidad. Podemos ver así como la cultura en las ciudades medias se expresa en un escenario de conclave (aislado) en el que las políticas culturales son poco eficaces.
El desarrollo de la industria cultural en las ciudades medias de México no sólo se van a generar por los recursos económicos destinados con este fin, es necesario además, comenzar a pensar en cómo llevar adelante nuevas formas de difusión de la cultura desde lo local, enfocando las políticas públicas que desde el gobierno se promueven en cada entidades federativas para que se apoye la formación de un conjunto de “redes de ciudades medias” en las distintas regiones geoeconómicas del país.
Referencias
Bell, Daniel (2001) El advenimiento de la sociedad post-industrial, Alianza, España
Constenla Vega Xosé (2002) Geografía Cultural y la Geografía Cultural de la Industria Cultural en la Posmodernidad Flexible. Boletin de la AGE Nº 34 pp. 257-267.
Yúdice George (2002) Las industrias culturales: más allá de la lógica puramente económica, el aporte social, http://www.oei.es/pensariberoamerica/ric01a02.htm (30/04/08)
JUAREZ-NERI, Víctor Manuel (2008) Globalización económica, pobreza y desigualdad territorial en México: 1980-2005 XI Jornadas de Economía Crítica, Bilbao, 27,28 y 29 de marzo http://www.ucm.es/info/ec/ecocri/cas/Juarez_Neri.pdf (2/05/08)
La cultura en el espacio geográfico confluye con las sensaciones como mercado emergente en el capitalismo flexible (Constenla, 2002), es ahí donde el concepto “Industria Cultural” acuñado por la escuela de Frankfurt (principalmente Theodor W. Adorno, Max Horkheimer y Walter Benjamin) cobra sentido para hablar de las consecuencia de la alienación de los bienes culturales en las sociedades dependientes de los grandes centros de producción de los estereotipos mundiales.
La cultura como bien espacialmente definido es cuestionada por las formas de producción posindustrial (Bell, 2001), modelo que al mismo tiempo que universaliza los bienes culturales genera el fenómeno de la homogenización de los estereotipos, lo que da pie a la resistencia de las culturas locales y nacionales ante la hegemonía de las sensaciones transmitidas en los medios masivo de comunicación.
La homogenización de los estereotipos “confronta” al centro y la periferia al buscar definir el peso real y especifico de cada uno de estos extremos de la distribución del capital en la producción de la industria cultural, este enfrentamiento no se da únicamente entre los centros urbanos financieros e industrial del mundo, también se presenta en una escala nacional y regional entre los las ciudades grandes y las intermedias.
Los bienes culturales que se producen en los centros urbanos se difunden en todo el mundo y orientan los estilos de consumo de la población, así como los cánones de conducta de las sociedades, por lo que no es de extrañar que las llamadas culturas nacionales se consideren amenazadas.
En México el espacio en el que se produce la mayor parte de los bienes culturales está definido en gran medida por los grandes centros urbanos del país, en cuyo entorno se producen o comercializan las mercancías que definen la tendencia de consumo de los bienes culturales, mientras que las ciudades medias o intermedias entran en un permanente conflicto entre la aculturación y resistencia.
Las ciudades medias de México de acuerdo con la clasificación de CONAPO (Consejo Nacional para la Población) son aquellas que cuentan con una población de 100 mil a un millón de habitantes, lo que nos indica que en el país para el año 2000 había por lo menos 71 ciudades que cumplen con esta característica.
La ciudad media es el espacio urbano en el que la producción de la industria cultural cuenta con las condiciones menos propicias para su desarrollo fuera del marco institucional, es decir, su presencia es incipiente al margen de los apoyos gubernamentales destinados a actividades culturales, una de las razones que determinan esta situación es que es poco común que la población que habita estas ciudades aprecie estos bienes de consumo cultural.
La condición urbana en la que están inmersas las ciudades medias del país nos indica la necesidad de contar con nuevas modalidades de esparcimiento para su población, cuyos orígenes son muy diversos, pero es difícil conjugar migración interna, educación y disfrute de la cultura.
La permanente migración interna de las zonas rurales a las urbanas es una fuerte presión sobre los servicios públicos y el espacio urbano de las ciudades medias, lo que genera que se presenten serios problemas para el disfrute de los espacios públicos ante una permanente “desurbanización” de la ciudad.
En las ciudades medias la “cultura urbana" no termina de anclarse en la geografía de la ciudades porque existe una permanente definición de las zonas periurbanas, siempre son cambiantes, siempre en crecimiento, donde los nuevos asentamientos reclama el que se desarrollen nuevos espacios de disfrute de los bienes culturales.
Si a la necesidad imperante de la producción de “bienes culturales” en las ciudades medias, aunamos la poca presencia de una cultura urbana endógena, nos encontramos con una realidad que no alcanza a neutralizar o incorporar los bienes culturales que se producen en los grandes centros urbanos del país a partir de una mirada de identidad. Podemos ver así como la cultura en las ciudades medias se expresa en un escenario de conclave (aislado) en el que las políticas culturales son poco eficaces.
El desarrollo de la industria cultural en las ciudades medias de México no sólo se van a generar por los recursos económicos destinados con este fin, es necesario además, comenzar a pensar en cómo llevar adelante nuevas formas de difusión de la cultura desde lo local, enfocando las políticas públicas que desde el gobierno se promueven en cada entidades federativas para que se apoye la formación de un conjunto de “redes de ciudades medias” en las distintas regiones geoeconómicas del país.
Referencias
Bell, Daniel (2001) El advenimiento de la sociedad post-industrial, Alianza, España
Constenla Vega Xosé (2002) Geografía Cultural y la Geografía Cultural de la Industria Cultural en la Posmodernidad Flexible. Boletin de la AGE Nº 34 pp. 257-267.
Yúdice George (2002) Las industrias culturales: más allá de la lógica puramente económica, el aporte social, http://www.oei.es/pensariberoamerica/ric01a02.htm (30/04/08)
JUAREZ-NERI, Víctor Manuel (2008) Globalización económica, pobreza y desigualdad territorial en México: 1980-2005 XI Jornadas de Economía Crítica, Bilbao, 27,28 y 29 de marzo http://www.ucm.es/info/ec/ecocri/cas/Juarez_Neri.pdf (2/05/08)
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