jueves, 29 de mayo de 2008

Percepción y Espacio Cultural I/II


Dr. Francisco Morales Zepeda

El estudio de la geografía cultural reclama como uno de sus aspectos centrales para comprender a cabalidad el espacio cultural contar con un concepto medianamente coherente de “pecepción”, este concepto engloba la noción que tenemos de nuestro entorno y nos permite establecer mecanismos de interpretación del mismo.

Podemos echar mano de la psicología para entender qué es la percepción, al existir en esta ciencia dos teorías que la han estudiado a profundidad; por un lado la psicología evolutiva de Jean Piaget y por otro lado la teoría sociocultural de Lev. S. Vygotsy. Para la primera, la percepción es un acto involuntario previo a la razón, mientras que para la segunda es unos de los procesos psicológicos superiores del ser humano.

Retomaremos cada una de estas teorías para comprender qué es y qué no es la percepción, contrastando los dos planteamientos teóricos que hemos mencionado, iniciando en primera instancia con la psicología evolutiva.

A Jean Piaget (1896-1980) le interesaba comprender los mecanismos por medio de los cuales se desarrolla el conocimiento en el ser humano, y cuáles eran sus bases biológicas, y esto guió todos sus estudios y conclusiones, así como los marcos filosóficos que normaron sus planteamientos epistémicos y psicológicos.

El concepto de percepción en la psicología evolutiva juega un papel preponderante hasta el momento en el que se desarrolla plenamente la lógica en el estadio sensorio motriz (0 a 2 años), lo que nos indica que la percepción es inferior como proceso de adaptación a la inteligencia.

Los fundamentos estructuralistas son los planteamientos que orientan las concepciones teóricas de Jean Piaget, en la formulación de estructuras que explican el desarrollo del conocimiento como una manera de adaptación del sujeto al entorno, a partir de la interacción del sujeto con el objeto.

El concepto de percepción para Jean Piaget parte de un estudio minucioso de los aspectos que constituyen al fenómeno, considerando que la percepción es parte de las estructuras poco equilibradas o inestables en los estadios del desarrollo del niño y del adolescente; es decir, tienen un énfasis mayor en los estadios previos al operatorio formal. Es en el estadio sensorio motriz donde la percepción tiene significado a partir de los esquemas sensoriomotores de los que forma parte, al mismo tiempo que es importante en la inteligencia sensorio-motora y no en la percepción la que fundamenta el desarrollo intelectual posterior.

La percepción es para Piaget un soporte para las estructuras del pensamiento del niño en el estadio sensorio motriz, que se presenta como una de las fuentes de error (debido a los efectos de centración, inconsistencia y distorsión) en el pensamiento del niño, producto de la inmadurez de estructuras, las cuales han de librarse de la inmediatez perceptiva antes de poder alcanzar el nivel superior que se plasma en la lógica del pensamiento operatorio formal.

El concepto de percepción en la obra de Piaget es tratado como una parte importante de su programa de investigación, al considerar a la misma como un proceso de adaptación, pero supeditada en los estadios superiores a la razón; Piaget no condena a la percepción a desaparecer, pero la condiciona a un acotamiento de su papel en el desarrollo del conocimiento.

La influencia de la percepción se reduce al mismo tiempo que aumenta la actividad sistemática de la acción, lo que permite reconstruir la imagen perceptual y otorgarle, a partir de la descentración, objetividad a la abstracción.

Para Piaget la percepción está constituida por encuentros y acoplamientos. Los encuentros son los que permiten al sujeto concentrarse en los aspectos visuales del objeto, mientras que los acoplamientos es una mirada en la que participa la lógica, por tanto la abstracción es un componente necesario en la objetivación de la acción.

La percepción siempre está supeditada en los esquemas del sujeto, incluso en el estadio sensorio motriz, donde los esquemas están construidos por sistemas perceptivos y motores solamente; pero su relevancia para el desarrollo de las estructuras va en decaimiento conforme avanza la edad del sujeto, lo que nos indica que su participación en la adaptación se reduce.

El espacio es una de las categorías que Piaget seguirá en su evolución, a lo largo del camino que recorrerá el sujeto epistémico, desde el egocentrismo (centramiento) hacia el descentramiento. Para este autor la construcción de esta noción es un índice del desarrollo del conocimiento válido.

Piaget sostiene que el niño construye una representación geométrica del espacio con suma lentitud y que para poder determinar sus primeras percepciones e ideas rudimentarias de relaciones espaciales, debemos recurrir a la rama de la matemática conocida como “topología”. Son las primeras percepciones del niño, que explora los agujeros, las ranuras, la cavidad de su tasa, lo que le permitirá ir accediendo paulatinamente a la tercera dimensión y a tener la noción de relieve y de profundidad.

La lógica es para Jean Piaget el límite al que se ciñe la percepción, a pesar de que la considera una de las forma de adaptación del ser humano, no tiene el nivel de la inteligencia, la define como evolutivamente subordinada y estructuralmente inferior.

Referencias:
Flavell, H. John (1985) La Psicología Evolutiva de Jean Piaget, Paidós, España
Piaget, Jean (1970) Naturaleza y Métodos de la Epistemología, Proteo, España
Piaget, Jean (1978) El Desarrollo de la Noción de tiempo en el Niño, FCE, México
Piaget, Jean (1978) La Formación del Símbolo en el Niño, FCE, México

lunes, 19 de mayo de 2008

El Mercado en México: La cultura viva.


Dr.Francisco Morales Zepeda

El mercado es la principal forma de distribución de las mercancías en México, tiene su origen en las formas prehispánicas de comercialización en las distintas ciudades-estado que se erigieron en todo el territorio de Aridoamérica y Mesoamérica, transformándose durante la conquista y la colonia, de espacios muy parecidos a los tianguis en los actuales establecimientos techados y con distintos accesos y salidas, en los que se concentran espacios específicos de comercialización de productos como flores, comida, abarrotes, aves, pescado, carnes, tlapalería o ferretería, entre otros.

No podemos hablar de una sola época “dorada” de los mercados en México, porque el mercado ha tenido varios momentos históricos tanto en su aspecto físico como en la manera en que son distribuidas de las mercancías en su interior.

Los mercados son representativos de nuestra forma de organización social, nos permiten valorar la “salud” de nuestra cultura a partir de su presencia y extensión, así como el número de intercambios comerciales y el entramado social que subsiste de ellos.

El mercado es un espacio organizado para el comercio, la comida y la bebida de sus comensales, hay algunos que están organizados para giros muy específicos como el mercado de muebles de Lagunilla en el DF, el mercado de especias y hierbas de Sonora también en el mismo distrito federal, o el mercado de la plata en Tasco; otros mercados en cambio, son “multifacéticos”, como los mercado de Cholula en Puebla.

La organización de los mercados actualmente está regulada por los Ayuntamientos Municipales, en muchos de los cuales hay oficinas específicas para definir y operar la política de mercados del municipio, lo que incluso lleva a que se les ponga el apellido de “Mercado Municipal”.

La ruptura cultural que está viviendo el país, producto del modelo capitalista de libre mercado, está condenando a la desaparición a muchos mercados tradicionales de México, sobre todo, aquellos que tienen un menor arraigo popular, o en aquellas poblaciones donde el proceso de marginación se encuentra acompañado con una urbanización de primera generación.

El concepto de plaza comercial ha desplazado al mercado para las nuevas generaciones, esto no ha sido obra de la casualidad, se realizaron en México, en los años 90`s, enormes campañas publicitarias con cientos de miles de dólares de respaldo para presentar a los mercados como lugares insalubres en los cuales se venden mercancías de dudosa calidad y en los que además no existe seguridad ni salubridad.

En el país contrastan las regiones en las que los mercados públicos han logrado conservar los colores y los olores, manteniendo a sus clientes tradicionales e incluso incrementando las personas que los visitan, los que lo han logrado, lejos de lo que podríamos supones son aquellos que no han cambiado el “concepto” de mercado, por el contrario, han incrementado su mexicanidad, es decir, el folklore en sus pasillos y establecimientos, por lo que podemos decir que los mercados que han sobrevivir gozan de cabal salud.

Uno de los aspectos que condenan a una vida incierta a los mercados municipales, es el desplazamiento espacial del comercio las regiones urbanas, esta continua modificación de las pautas espaciales de consumo de la población se expresa en el caso de México en la caída del centro de la ciudad como expresión del espacio de consumo su población, el surgimiento de nuevos centros o centros intermedios que difuminan a la ciudad para convertirla en una “ciudad difusa”, sobre todo en las ciudades medias y grandes; lo que obliga a repensar el concepto de mercado, no en su carga cultural pero sí en su distribución espacial interna.

La percepción del mercado como un espacio fuera de la “modernidad”, es sinónimo de la pérdida de identidad para un mexicano y una prueba contundente de la debilidad a la que puede llegar nuestra cultura frente a la aculturación mediática que nos condiciona a una vida más “practica” e impersonal del “supermercado”.

La comercialización y el consumo de mercancías basados en los modelos occidentales de consumo llevan a la población de esta región del mundo a adoptar alimentos y mercancías cada vez más sintéticos. En el caso de México, al ser nuestra cultura deliberadamente marginada de los circuitos de intercambio de mercancías, se nos ha obligado a incorporar productos que lejos de asegurarnos los mínimos nutrientes nos condenan a dietas que no sólo malnutren, lo que es peor aún, a bajos niveles culturales como producto de entornos cada vez más individualizados y por lo tanto con una menor interacción social.

El supermercado, epicentro de la sociedad posmoderna son las nuevas catedrales de la cultura de lo desechable y el ocio, espacios bastante bien dibujados en el Ensayo Sobre la Ceguera de José Saramago, en los que se combina la impersonalidad con el fetichismo propio de las mercancías, escenarios para los que la cultura es también una pieza del aparador.

Los mercados sobreviven en el país, aún a pesar del abandono de este tipo de modelo de comercialización, producto de las políticas públicas implementadas desde la década de 1980 en México; los mercados municipales insisten en mantenerse, porque son el resultado de siglos de organización del espacio cultural de los mexicanos.

Estar en un mercado típico en México, como lo es el de la Merced por ejemplo, nos permite entrar de lleno a la cultura del país, nos coloca en el epicentro de un espacio cultural en el que podemos observarnos a nosotros mismos, este mercado que data de la década de 1950 tienen su antecedente en el siglo XIX cuando se instalo por primera vez en 1863 cambiando de lugar en distintos momentos de su historia.

El aroma de un mercado se queda impreso de manera indeleble en la psique de quien ha contemplado las expresiones de los que comercian y compran en ellos, sus personajes y pregoneros se repiten en toda la geografía del país.

Al paso de los años y una vez que hemos visto las consecuencias de los alimentos procesados y sus conservadores, el mercado resurge como un entorno en el que podemos volver a encontrar los productos frescos y de primera mano que satisfagan nuestras necesidades, lamentablemente no es así en todos los casos, y muchos mercados adolecen ya de una etapa terminal, de la cual difícilmente podrán salir.

Sí de un espacio geográfico es responsable el municipio es de los mercados públicos, ahí es donde se debe actuar desde las políticas públicas municipales, manteniendo un entorno social en el que se consolida la identidad de la población y se establecen mecanismos de interacción social, por lo cual es necesario valorar de nueva cuenta al mercado como un entorno que nos permite pensar nuestra cultura.

Referencias
Legorreta, Jorge (1996) La Merced, rostro de la modernidad
urbanahttp://www.jornada.unam.mx/1996/12/22/legorreta.html (Consulta 15/05/08)
Saramago, José (1995) Ensayo Sobre la Ceguera, Alfaguara, España

martes, 13 de mayo de 2008

Redes Culturales en Ciudades Medias de México

Dr. Francisco Morales Zepeda

Las redes culturales son el entorno social que permite la internalización del capital cultural en la vida cotidiana, lo que garantiza al ser humano hacerse de las herramientas psicológicas por medio de las cuales conceptualiza el mundo, de ahí que toda sociedad que carezca de un entramado institucional que se responsabilice de la cultura no podrá garantizar bienestar a sus miembros.

En el anterior artículo hice una afirmación final en el sentido de la necesidad que desde gobierno se promueva la formación redes de ciudades medias, debo hacer dos precisiones al respecto, la primera, es para especificar de qué manera debe entenderse el desarrollo de la industria cultural en las redes de ciudades medias, y soy enfático en afirmar que debe ser fuera de la perspectiva de la enajenación que envuelve a este concepto desde la perspectiva de la escuela de Frankfurt, considerando que no es posible pensar en proceso de la cultura como una actividad en la “línea de producción” aún con toda la carga rustica que hoy tiene el concepto en contexto del capitalismo del libre mercado; un segundo aspecto, es precisar qué tipo de redes de ciudades medias son a las que me refiero, y son básicamente un tipo especifico de redes institucionales, las redes culturales.

Tomando en cuenta los dos puntos que he expresado en el párrafo anterior, es pertinente decirles que no es una tarea sencilla definir a las redes de ciudades medias, pero partamos de considerar que estas deben ser pensadas siempre en un sentido de una interacción social que deriven en convenios, acuerdos y encuentros, y no al revés, es decir, en una expresión simbólica de la realidad más que en el de una coordinación territorial de las actividades productivas de las distintas ciudades.

En este punto, cabe preguntarnos ¿Por qué considerar a la cultura cómo el eje rector de una red espacialmente definida en las ciudades medias en México? La respuesta a esta pregunta se puede dar a partir de considerar que la cultura no es la simple acumulación de conocimientos o costumbres por las distintas sociedades del mudo, la cultura es además y principalmente el escenario del que se desprende nuestra significación del mundo (Geertz, 2006).

El estudio de las redes culturales debe abordarse desde la geografía, la economía, el turismo, la gestión cultural, la planeación urbana y las redes sociales; pero para no caer en las respuesta aisladas de estas disciplinas o en el juego ecléctico de lo interdisciplinario, es necesario, que hagamos un esfuerzo interparadigmático para delimitar cada una las categorías de los paradigmas expresados en cada disciplina para encontrar puntos de intersección entre estos campos de conocimiento si es que deseamos abordar las redes culturales, sus implicaciones en el territorio, y por tanto, el espacio que conforman en las ciudades medias.

Las disciplinas por sí mismas no bastan para explicar la realidad, se hace necesario trascender los discursos que se quedan en el plano de la acumulación de los conceptos, de ahí que para entender, desde lo interparadigmático, las redes de ciudades medias como redes culturales es necesario ante todo estar atento a las interpretaciones que desde el conocimiento nos permiten hacer generalizaciones de la realidad que nos circunda.

Así, por ejemplo, mientras que la planeación urbana nos hablará de la distribución de las actividades y las formas de orientar desde las políticas catastrales, así como, las condiciones en las que se desarrollara el usufructo del espacio urbano; la geografía nos narrara la morfología y distribución de de los espacios en los que interacciona la cultura en el territorio.

Visto desde la óptica de los paradigmas, las Redes Culturales se nos desvelan como un aspecto que va más allá de una voluntad de la gestión; son en todo caso un esfuerzo permanente por darle valor a los aspectos socioculturales y sociohistóricos de los entornos urbanos de las ciudades medias del país, lo que de ninguna manera se desarrollará por una mera intención particular.

Ahora mismo en las distintas las regiones socioeconómicas de México se están conformando “redes de ciudades”, basadas en lo que en su momento se considero como la funcionalidad de las regiones (Bassols, 1979), es decir, en las relaciones de producción que se establecen entre los distintos centros urbanos, un aspecto que es importante, pero que en la actual distribución espacial del capital no basta para asegurar el desarrollo.

La puesta en marcha del desarrollo regional desde las redes de ciudades medias no puede ser pensada sin la cultura y su principal activo el Capital Cultural (Bordieu, 1988), entendido este, como aquel que se adquiere producto de la convivencia continua con los espacios de legitimación cultural y que pueden ser sancionados o no por el contexto escolar.

Es a través del capital cultural como la sociedad media su relación con el mundo, a partir de la permanente enseñanza y aprendizaje de herramientas de descontextualización y generalización, es decir, de la internalización de significados con los cuales cada miembro de una cultura conceptualiza sus actividades cotidianas, un aspecto indispensable para el ejercicio de la contemplación.

Las ofertas culturales para la población en las redes culturales en las ciudades medias, hacen necesario que se favorezca no sólo la interacción entre los programas culturales de los distintos centro urbanos, es preciso contar además, con un sentido de apertura para los visitantes orientando a la ciudad para que exista un potencial turístico autentico, y esto es lo más difícil, porque no se expresa en una paisaje prefabricado, es por el contrario, el producto del desarrollo histórico propio de cada una de las ciudades medias lo que permite que exista un juego entre la contemplación y la interacción con el espacio, para convertirse en espacio vivencial.

Las redes culturales entendidas desde el capital cultural trascienden la concepción de la cultura como un elemento de distinción, para convertirse en el disfrute pleno de la contemplación por la sociedad, un espacio vivencial en el que pueden participar todos, desde sus aportes cotidianos, porque el desarrollo económico y humano, van de la mano con la educación informal de la sociedad y no necesariamente es sancionado por el entorno escolarizado.

No se trata de encontrar en las redes culturales un conflicto de clase, en todo caso son las actuales políticas públicas que se aplican para promover la cultura en México las que legitiman “las contradicciones culturales del capitalismo”, si me permiten usar el título del libro de Daniel Bell; por el contrario, vemos en las redes culturales la necesidad de una política cultural que se detenga a pensar en cómo trascender una cultura como sinónimo de fetichismo, como la mercancía.

Las redes culturales se constituyen a partir de entender que los procesos sociales, son procesos de interacción semiótica, es decir, de comunicación mediados por símbolos, y es en el trabajo con lo significados culturales en los que encuentran su fundamento en las ciudades medias porque están pensadas para internalizar el capital cultural en un espacio social en el que siempre existe una permanente desurbanización.

Referencias:
Bassols, Batalla Ángel (1979) México: La Formación de Regiones Económicas, UNAM, México.
Bordieu, Pierre (1988) La distinción. Taurus: Madrid.
Bordieu, Pierre (1999) "El espacio para los puntos de vista", Revista Proposiciones, núm. 29: Historias y relatos de vida. Investigación y práctica en las ciencias sociales, Santiago de Chile, Ediciones Sur, pp. 12-14.
García, Canclini Néstor, (1987) Políticas culturales en América Latina, Grijalbo, México.
Geertz, Clifford (1994) Conocimiento Local. Ensayos Sobre la Interpretación de las Culturas, Gedisa, España
Geertz, Clifford (2006) La Interpretación de las Culturas, Geertz, Clifford
Zamorano, Camiro Sergio (2006) Pierre Bordieu o la Crítica Social del Neoliberalismo. Espacios Públicos, febrero, año/vol. 9 Nº 17, http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/676/67601718.pdf Consulta (9/05/08)
Cultural policy of Hungary, prepared by Peter Inkei http://www.culturalpolicies.net/web/index.php Consulta (9/05/08)




miércoles, 7 de mayo de 2008

Ciudades Medias e Industria Cultural en México.

Dr. Francisco Morales Zepeda

La cultura es un producto intangible que se materializa en bienes de consumo, esta expresión la relaciona profundamente con economía. La transmutación de la cultura en un bien de uso y de cambio la coloca bajo las leyes del mercado, con todas las implicaciones que una mercancía tiene en la sociedad, no sólo en la ley de la oferta y la demanda, además como fetiche y estereotipo de distinción.

La cultura en el espacio geográfico confluye con las sensaciones como mercado emergente en el capitalismo flexible (Constenla, 2002), es ahí donde el concepto “Industria Cultural” acuñado por la escuela de Frankfurt (principalmente Theodor W. Adorno, Max Horkheimer y Walter Benjamin) cobra sentido para hablar de las consecuencia de la alienación de los bienes culturales en las sociedades dependientes de los grandes centros de producción de los estereotipos mundiales.

La cultura como bien espacialmente definido es cuestionada por las formas de producción posindustrial (Bell, 2001), modelo que al mismo tiempo que universaliza los bienes culturales genera el fenómeno de la homogenización de los estereotipos, lo que da pie a la resistencia de las culturas locales y nacionales ante la hegemonía de las sensaciones transmitidas en los medios masivo de comunicación.

La homogenización de los estereotipos “confronta” al centro y la periferia al buscar definir el peso real y especifico de cada uno de estos extremos de la distribución del capital en la producción de la industria cultural, este enfrentamiento no se da únicamente entre los centros urbanos financieros e industrial del mundo, también se presenta en una escala nacional y regional entre los las ciudades grandes y las intermedias.

Los bienes culturales que se producen en los centros urbanos se difunden en todo el mundo y orientan los estilos de consumo de la población, así como los cánones de conducta de las sociedades, por lo que no es de extrañar que las llamadas culturas nacionales se consideren amenazadas.

En México el espacio en el que se produce la mayor parte de los bienes culturales está definido en gran medida por los grandes centros urbanos del país, en cuyo entorno se producen o comercializan las mercancías que definen la tendencia de consumo de los bienes culturales, mientras que las ciudades medias o intermedias entran en un permanente conflicto entre la aculturación y resistencia.

Las ciudades medias de México de acuerdo con la clasificación de CONAPO (Consejo Nacional para la Población) son aquellas que cuentan con una población de 100 mil a un millón de habitantes, lo que nos indica que en el país para el año 2000 había por lo menos 71 ciudades que cumplen con esta característica.

La ciudad media es el espacio urbano en el que la producción de la industria cultural cuenta con las condiciones menos propicias para su desarrollo fuera del marco institucional, es decir, su presencia es incipiente al margen de los apoyos gubernamentales destinados a actividades culturales, una de las razones que determinan esta situación es que es poco común que la población que habita estas ciudades aprecie estos bienes de consumo cultural.

La condición urbana en la que están inmersas las ciudades medias del país nos indica la necesidad de contar con nuevas modalidades de esparcimiento para su población, cuyos orígenes son muy diversos, pero es difícil conjugar migración interna, educación y disfrute de la cultura.

La permanente migración interna de las zonas rurales a las urbanas es una fuerte presión sobre los servicios públicos y el espacio urbano de las ciudades medias, lo que genera que se presenten serios problemas para el disfrute de los espacios públicos ante una permanente “desurbanización” de la ciudad.

En las ciudades medias la “cultura urbana" no termina de anclarse en la geografía de la ciudades porque existe una permanente definición de las zonas periurbanas, siempre son cambiantes, siempre en crecimiento, donde los nuevos asentamientos reclama el que se desarrollen nuevos espacios de disfrute de los bienes culturales.

Si a la necesidad imperante de la producción de “bienes culturales” en las ciudades medias, aunamos la poca presencia de una cultura urbana endógena, nos encontramos con una realidad que no alcanza a neutralizar o incorporar los bienes culturales que se producen en los grandes centros urbanos del país a partir de una mirada de identidad. Podemos ver así como la cultura en las ciudades medias se expresa en un escenario de conclave (aislado) en el que las políticas culturales son poco eficaces.

El desarrollo de la industria cultural en las ciudades medias de México no sólo se van a generar por los recursos económicos destinados con este fin, es necesario además, comenzar a pensar en cómo llevar adelante nuevas formas de difusión de la cultura desde lo local, enfocando las políticas públicas que desde el gobierno se promueven en cada entidades federativas para que se apoye la formación de un conjunto de “redes de ciudades medias” en las distintas regiones geoeconómicas del país.

Referencias
Bell, Daniel (2001) El advenimiento de la sociedad post-industrial, Alianza, España
Constenla Vega Xosé (2002) Geografía Cultural y la Geografía Cultural de la Industria Cultural en la Posmodernidad Flexible. Boletin de la AGE Nº 34 pp. 257-267.
Yúdice George (2002) Las industrias culturales: más allá de la lógica puramente económica, el aporte social, http://www.oei.es/pensariberoamerica/ric01a02.htm (30/04/08)
JUAREZ-NERI, Víctor Manuel (2008) Globalización económica, pobreza y desigualdad territorial en México: 1980-2005 XI Jornadas de Economía Crítica, Bilbao, 27,28 y 29 de marzo http://www.ucm.es/info/ec/ecocri/cas/Juarez_Neri.pdf (2/05/08)