lunes, 6 de julio de 2009

Percepción y Espacio en Alumnos de Educación Básica




Dr. Francisco Morales Zepeda

Introducción
Los fundamentos estructuralistas son los planteamientos que orientan las concepciones teóricas de Jean Piaget en la formulación de estructuras que explican el desarrollo del conocimiento como una manera de adaptación del sujeto al entorno, a partir de la interacción del sujeto con el objeto.

El concepto de percepción para Jean Piaget parte de un estudio minucioso de los aspectos que constituyen al fenómeno, considerando que la percepción es parte de las estructuras poco equilibradas o inestables en los estadios del desarrollo del niño y del adolecente, es decir tienen un énfasis mayor en los estadios previos al operatorio formal.

Es en el estadio sensoriomotriz donde la percepción tiene significado a partir de los esquemas sensoriomotores de los que forma parte, al mismo tiempo que es en la inteligencia sensorio-motora y no en la percepción la que fundamenta el desarrollo intelectual posterior.

La percepción es para Piaget un soporte para las estructuras del pensamiento del niño en el estadio sensoriomotriz que se presenta como una de las fuentes de error (debido a los efectos de centración, inconsistencia y distorsiones) en el pensamiento del niño producto de la inmadurez de estructuras, las cuales han de librarse de la inmediatez perceptiva antes de poder alcanzar el nivel superior que se plasma en la lógica del pensamiento operatorio formal.

En el estadio preoperatorio, la percepción se supedita a las estructuras lógicas de la inteligencia, aspecto que permite que el niño elabore una noción de espacio vivido, condición que le permite establecer una relación con el entorno a partir de sí, en un segundo momento (etapa de evolución), de la noción de espacio se separa de de su referente personal (egocéntrico) para establecer una relación indirecta con el mismo, considerándose así que se encuentra en una etapa de espacio percibido y en un tercer momento, a partir de los 12 año accede al espacio concebido.


Percepción e inteligencia

Los hallazgos de Jean Piaget entorno a la percepción no surgen sin vinculo alguno con sus estudios de la inteligencia, claramente Piaget considera el papel de la percepción como indispensable en el desarrollo de la cognición en el sujeto y por tanto en la adaptación al entorno.
“Esta inmadurez lógica consiste en una tendencia a pasar en términos de acciones imaginadas que son representadas (o en acciones reales que son reguladas) en formas análogas a la percepción más bien que a un pensamiento operacional. Piaget ve una progresión gradual desde las intuiciones “simples” a las “articuladas”, a medida que las regulaciones perceptuales relativamente rígidas ceden el paso a estructuras cuasi-operacionales o lógicas más flexibles en la planificación y el control de la acción.” (Boden, 1982, p. 82)

Los experimentos de Piaget sobre la percepción son de orden cualitativo, considerando siempre que es posible medir el desfase que provocan las “ilusiones perceptivas” en el niño, logrando así aseverar que éstas disminuyen con la edad; por lo que la percepción tiene una influencia distinta en cada uno de los estadios del desarrollo cognitivo.

En el estadio sensorio-motor, Piaget le da un papel central a la percepción durante el desarrollo de los primeros cinco subestadios, de seis que identifica como constituyentes de este periodo, enfatizando que es en los tres primeros donde el niño hace un mayor uso de la percepción para conservar el objeto.

“Esto es así porque la “meta” o “propósito” de la actividad tiene que ser directamente percibida (cosa muy distinta de ser anticipada o imaginada) y porque la “meta” es alcanzada de modo relativamente directo, sin necesidad de una serie de acciones intermedias que estén jerárquicamente relacionadas como medios para un fin. Piaget describe la gradual evolución de la coordinación entre mirar y coger en términos de cinco subestadios” (Boden, 1982, pp.57-58)

En el curso del sexto estadio del estadio sensoriomotriz la coordinación de los esquemas se independiza de la percepción inmediata y de la experiencia empírica para dar lugar a las combinaciones mentales.

La construcción de la permanencia del objeto es uno de los primeros esquemas de conservación del niño, al mismo tiempo que se construye de manera paralela la primera reversibilidad que se refiere al espacio, en el ir y venir del niño, aventurándose más lejos del campo de la acción como el éxito se lo permite.

“Una percepción no es a priori interesante o significativa para adquirir enseguida una eficacia motora por asociación de un movimiento: será interesante o significativa en tanto que intervenga en el funcionamiento de una acción y quede asimilada en un esquema sensorio-motor” (Piaget, 1978, p. 33)

En el estadio preoperatorio que es la etapa de las representaciones en el que reconstruye todo lo que se construyo en la etapa anterior, considerando de esta manera que es una fase de interiorización progresiva de los esquemas de la acción, en la que el niño hace uso del lenguaje para evocar la imaginación, la imitación y el juego simbólico se hacen presentes y la función semiótica facilita la construcción de acciones y de un pensamiento representativo.

“La significación del modelo del encuentro para la percepción visual es fácil de establecer. Se considera que los encuentros son la materia y la sustancia de los preceptos. En el caso de nuestra línea de estimulo, se considera que su longitud percibida en cualquier momento es una función directa del número de encuentros acumulados hasta ese momento. Y se considera que el número de encuentros mismo es una función de dos cosas. Primero, como ya se indicó, es una función del tiempo; en cada microintervalo sucesivo se agregan más encuentros al total ya existente.

Segundo –y este es un aspecto muy importante del modelo-, es una función del hecho de que la percepción se fije en la línea o no. El modelo afirma que, dentro de un campo perceptual particular y respecto de un tiempo de exposición dado, una línea sobre la cual la percepción está fijada o centrada alcanza más encuentros, en relación con el total posible, que otra línea percibida en la periferia de la visión.” (Flavell, 1985, p. 247)

En el estadio preoperatorio o del pensamiento intuitivo lo que existe es una intuición geométrica que subsiste a nivel de las operaciones infralógicas o espacio temporales, en el que las dificultades del lenguaje presentan aún torpezas para expresar el detalle de la representación del espacio, basándose en un juicio simple de correspondencia perceptual.

En el estadio operatorio concreto el niño adopta conductas directamente lógicas, clasificaciones, seriaciones, construcciones de invariantes, esta es una fase en la que la percepción aún juega un papel en la conservación de las invariantes de las sustancias como peso y volumen, pero en la que la inteligencia “operacional” se hace presente en sistemas de acciones reversibles.

“Sólo progresivamente se descentra de las percepciones para construir una idea de longitud más objetivada. Así, se entiende que la escuela no puede conformarse con hacer observar, con exigir la mera percepción. El rombo percibido no es el rombo construido. La acción del alumno, al medir los ángulos y los lados, elabora las propiedades invariables de la figura y permite adquirir el concepto de modo estable y transferible.” (Perraudeau, 1999, p. 157)

En esta etapa el objeto es el soporte indispensable para la construcción del saber, es un anclaje que se presenta como una resistencia de la realidad para desarrollar la abstracción en el niño, de ahí que se considere que lo real se subordina a lo concreto.
En el estadio operatorio formal, el niño al desprenderse del objeto es capaz de inferir a partir de las posibilidades que le ofrece la descentración de la acción, en esta fase se forma la lógica de las preposiciones, estimulada por las transformaciones: inversa, idéntica, reciproca y correlativa.

Si bien es cierto que Piaget afirma que “A todos los niveles puede, pues, decirse que la percepción es activa y no se reduce a un registro pasivo” (Piaget, 1988, p. 203), lo que sucede el que el propio Piaget se encarga de colocarla en una postura subordinada a la significación en la fase operatoria formal en el momento que se desarrollan las abstracciones y por tato el pensamiento racional.

“Piaget reserva el termino de “representacional” para el pensamiento que es abstraído de (que refleja) la percepción inmediata y la acción. Una acción plenamente intencional, como también el pensamiento lógico, presupone la construcción de representaciones encubiertas (acciones internalizadas) por medio de las cuales la inteligencia del niño es en gran medida liberada de un situación específica” (Boden, 1982, p. 66)

La condición hipotético-deductiva en la fase de las operaciones formales hace de la percepción un elemento enteramente subordinado a las representaciones abstractas en el que el lenguaje es un soporte privilegiado.


Percepción y Espacio

El espacio es una de las categorías que Piaget seguirá en su evolución, a lo largo del camino que recorrerá el sujeto epistémico, desde el egocentrismo (centramiento) hacia el descentramiento. Para este autor la construcción de esta noción es un índice del desarrollo del conocimiento válido.

Piaget sostiene que el niño construye una representación geométrica del espacio con suma lentitud y que para poder determinar sus primeras percepciones e ideas rudimentarias de relaciones espaciales, debemos recurrir a la rama de la matemática conocida como «topología». Son las primeras percepciones del niño, que explora los agujeros, las ranuras, la cavidad de su tasa, lo que le permitirá ir accediendo paulatinamente a la tercera dimensión y a tener la noción de relieve y de profundidad.

“En los inicios de la etapa de la inteligencia sensomotriz, la percepción del espacio está fragmentada en zonas: bucal, visual, auditiva, táctil. “La acción crea el espacio, pero todavía no se sitúa en él. Las acciones motrices permanecen sin relación unas con otras. (Perraudeau, 1999, p. 155)

Lejos esta Piaget de considerar que en el primer estadio del niño no se desarrollen procesos lógicos, por el contrario, establece que si bien es la percepción la que lleva la batuta en el desarrollo de la cognición del infante en esta fase, la adaptación no puede hacerse sin la presencia de esquema lógicos en el sujeto, considerando que en este estadio la inteligencia no es reflexiva pero está vinculada a acciones perceptivas.

“En efecto, el objeto elemental y perceptivo es en parte logicizado desde el comienzo, aunque es menos “objetivo” que el objeto elaborado. Esta logicización desde los comienzos se debe a que para recortar en objetos los cuadros perceptivos globales, y luego atribuir a estos objetos la permanencia que le es constitutiva, es necesario que las acciones constitutivas a ellos se coordinen según forma asimilatorias de orden, de imbricación, de correspondencia, etc., que son ya de naturaleza lógico-matemática: la independencia de las relaciones espaciales, de las cuantificaciones (es más y es menos) de tales formas y de los contenidos, inasibles fuera de esos marcos debidos a las actividades cognoscitivas del sujeto, es pues general a todos los niveles y sólo puede ser verificada por el análisis psicogenético. (Piaget y García, 1982, p. 12)

Es la acción lo que le permite al niño conservar la noción de espacio es el continuo movimiento en su entorno de manera aleatoria aún sin regulación por el sistema de normas internas, y lo único que verifica su acción es el éxito.

La constitución de la noción de objeto es correlativa a la organización del campo espacial en sí mismo. Es decir que en el inicio el objeto no es nada más que el cuadro sensorial “a disposición” de los actos, no es sentido ni percibido más que ligado a los datos más inmediatos de la actividad sensomotora. Teniendo en cuenta que al principio estamos en presencia de un sujeto que se ignora a sí mismo, entenderemos que el espacio será absolutamente práctico y egocéntrico.

“(…) por el mismo hecho de que el niño establece relaciones de posiciones y de desplazamientos entre los objetos, comienza a tomar conciencia de sus propios movimientos a manera de desplazamientos de conjunto” (Piaget, 1985, p.161)
Pero en la etapa sensoriomotriz aún el niño es presa del egocentrismo, en el que el lenguaje no se hace presente como elemento que permita la significación del mundo, por lo que el niño se encuentra estacionado en la centralización de sus acciones.
“(…) la desubjetivación y la consolidación correlativa del espacio, consisten en una gradual eliminación del egocentrismo inconsciente inicial y en la elaboración de un universo en cuyo seno se sitúa, finalmente, el sujeto mismo.” (Piaget, 1970, p.120 )

La percepción sin la presencia de la abstracción da paso a las ilusiones perceptivas que son los errores en la interiorización del entorno por el sujeto, producto de la aprehensión perceptiva que es el origen de las ilusiones geometrías, percepción que es previa al desarrollo de la actividad perceptiva que es la forma elemental de la inteligencia en el estadio sensoriomotriz.

“En el campo de las percepciones, por otra parte, no podría construirse una teoría exacta de las “constancias” perceptivas, de las ilusiones geométricas, de las estructuraciones del espacio perceptivo según las coordenadas horizontales y verticales, etcétera, sin estudiar antes el desarrollo de estos fenómenos, aunque sólo sea para ponerse en guardia contra las hipótesis demasiado fáciles del innatismo”. (Piaget, 1988, p. 166)

Uno de los aspectos que define a la percepción en las primeras etapas del desarrollo del pensamiento preoperatorio es la presencia de ilusiones perceptivas que son las que dominan sobre la reflexión, en este estadio las operaciones euclidianas del espacio y las proyectivas del mismo aún no se hacen presente en la lógica del niño, por lo que es incapaz de imaginarse la superficie de un volumen, porque ello significa dejar de lado su egocentrismo para situarse en varios puntos de vista.
“El estudio genético de las percepciones y en especial de las “ilusiones” perceptivas es particularmente instructivo, porque permite repartir los fenómenos perceptivos, que son tan complejos y tampoco conocidos aún (pese a los esfuerzos de la psicología científica desde hace más de un siglo), en diferentes categorías de significación bien distinta” (Piaget, 1988, p. 188)

La evolución de las “ilusiones” perceptivas en los niños es de al menos de tres tipos, las primeras son las que permanecen relativamente constantes con la edad, las que disminuyen con el desarrollo y las que aumentan con la edad. Las primeras dos están relacionadas con las actividades perceptivas o sensorio-motrices, mientras que la última está relacionada con distancia.

Se observan, en efecto, al menos tres tipos de evolución de las ilusiones perceptivas con la edad: las que permanecen relativamente constantes o disminuyen en importancia con el desarrollo (por ejemplo, las ilusiones de los ángulos de Müller-Lyer, de Delboeuf, etc.), las que con la edad aumentan en importancia (por ejemplo, la sobreestimación de las verticales comparadas con las horizontales) y las que crece tan sólo hasta cierto nivel (9-11 años en general) para disminuir relativamente después (por ejemplo, la ilusión del peso, la comparación de las oblicuas, etc.) (Piaget, 1988, pp. 188-189)

A partir de la lectura de Ma. Luz Callejo y Carmen Llopis, argumentar la evolución en la concepción del espacio en los niños en cuanto a: Las etapas evolutivas señalas por la autora: espacio vivido, percibido y concebido.

Estas tres etapas evolutivas de la noción de espacio, están relacionadas con los estadios preoperatorio, concreto y formal de Jean Piaget, aspecto que nos indica el nivel de desarrollo en la inteligencia del niño a través de supeditar la percepción a la lógica-matemática.

La percepción siempre está supeditada en los esquemas del sujeto, incluso en el estadio sensoriomotriz, donde los esquemas están construidos por sistemas perceptivos y motores solamente; pero su relevancia para el desarrollo de las estructuras va en decaimiento conforme avanza la edad del sujeto, lo que nos indica que su participación en la adaptación se reduce.

“(…) desde las percepciones integradas en los esquemas reflejos del recién nacido hasta las que intervienen en las operaciones de medida de un físico, el contacto perceptivo con un dato es siempre relativo a esquemas de orden superior al de la percepción y que confieren las significaciones necesarias para el conocimiento” (Piaget y Morf, 1958, p. 114, citado en Pinol-Douriez, 1979)

El papel de la percepción en el desarrollo cognitivo, es decir, en la inteligencia del niño se observa en el acompañamiento que la percepción hace en el niño en el estadio sensoriomotriz hasta interiorizarse como actividad perceptiva en el niño.

Diferencias y características de la noción de espacio con las edades aproximadas en las que se presentan.
Espacio vivido Espacio percibido Espacio concebido
Hasta los siete años
El niño es egocéntrico y solo actúa a partir de su intuición, por tanto posee una idea concreta del espacio.
Todo lo que percibe es a través de su cuerpo y su movimiento.
La experiencia que tiene con el ambiente físico, se da a través de un espacio biológico, vivenciado por medio de sus movimientos y de su locomoción. Hasta los diez años
El niño ya no necesita experimentar biológicamente para conocer su medio.
El niño reconoce distancias, hasta llegar al punto en que puede precisar posiciones de los objetivos por observación, sobretodo visual-orientarse con puntos cardinales.
Para posicionar un objeto se basa en la observación, no solo con relación a ese objeto, si no con relación a otros.
Retoma como espacio geográfico un poco más allá de lo que observa.
Sabe situar más allá a los objetos A partir de los once años
Adquiere un pensamiento más objetivo y desarrolla la habilidad de localizar
Por tanto la observación se vuelve más analítica, retomando más aspectos de los evidentes
Aprende formas sin un contenido concreto
Inicia con el pensamiento abstracto, por tanto empieza a matematizar el espacio.
Fuente Ma. Luz Callejo y Carmen Llopis (1992)

La Ley Cuantitativa o Ley de los Centramientos Relativos, es la ley que nos permite cuantificar, dese el punto de vista de Piaget, hasta qué punto los efectos de la percepción disminuyen con la edad.

“Este “efecto de centramiento” puede ser descubierto en una visión taquitoscópica: si el sujeto mira fijamente un segmento de la recta comparándolo con otro segmento que permanece en la periferia, el segmento centrado es entonces sobreestimado (el fenómeno es por otra parte, muy complejo, ya que además de estos factores topográficos intervienen la atención, la nitidez, el orden y las duraciones de presentación, etc., sin contar con factores técnicos de distancia entre el sujeto y la imagen presentada, de ángulos” (Piaget, 1978, p.192)

La expresión matemática de la Ley de los Centramientos Relativos nos permite encontrar una curva de errores que disminuye con la edad por lo que la curva simplemente se aplana, es decir la comparación de dos longitudes L con la superficie en relación directa con la ilusión P nos permite establecer que la medida o centímetros relativos disminuyen con la edad.

La ley de Centramientos se explica también con la Ley de Weber “que se aplica a los umbrales diferenciales e incluso, bajo forma atenuada, a la percepción, de diferencias cualesquiera” (Piaget, 1988, p. 196), lo que nos permite afirmar que esta ley es valida para todas las figuras planas que dan lugar a ilusiones primarias.
En las ilusiones secundarias las actividades perceptivas de exploración y comparación de distancias crecientes en el espacio, así como el transporte temporal y las anticipaciones intervienen cada vez más, lo que contribuye a disminuir los errores perceptivos en la mayoría de los casos.

La noción de espacio y la percepción en los niños se presenta relacionada en función de la actividad perceptual como una compensación de los efectos de los errores de la propia actividad perceptiva.

“Quizá lo más importante acerca del desarrollo perceptual es que no parece mostrar la ruptura “natural” y clara en una sucesión de estructuras cualitativamente independientes y distintas que muestra el desarrollo intelectual. Para Piaget el desarrollo perceptual simplemente parece ser una cosa más continua, cuantitativamente a diferencia de cualitativa, que su equivalente intelectual. Lo que el desarrollo es, empero, puede sintetizarse del siguiente modo. El comportamiento perceptual puede €clasificarse grosso modo en dos procesos complementarios y opuestos: la percepción primaria y la actividad perceptual; el desarrollo perceptual es sobre todo un asunto de declinación cuantitativa en la eficacia de la primera a favor de una expresión del alcance y la importancia de la segunda. (Flavell, 1985, p. 254)

La construcción del espacio implica una transición desde el espacio fisiológico, es decir del “a priori funcional” al espacio percibido y concebido, el “a posteriori estructural”. Esto significa que la asimilación biológica y psicológica implica “a priori” una organización por “grupos”, y los órganos perceptivos aplican esta organización desde el comienzo a los desplazamientos que perciben. De manera que lo propio de todo organismo viviente es la tendencia a constituir “grupos”. Pero esto no significa que la organización espacial sea innata o que entendamos este “a priori” desde un punto de vista epistemológico, sino que se requerirá un camino de estructuración progresiva y de desubjetivación, a partir del cual el espacio surja como el producto de la interacción entre el organismo y el medio. Por lo tanto, Piaget afirma que: “…la desubjetivación y la consolidación correlativa del espacio, consisten en una gradual eliminación del egocentrismo inconsciente inicial y en la elaboración de un universo en cuyo seno se sitúa, finalmente, el sujeto mismo.”(Piaget, 1985, p.)


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