viernes, 3 de agosto de 2007

Las Instituciones en el Desarrollo Rural: Un acercamiento al estudio del sector hortofrutícola en Sinaloa, México.

Con las nuevas técnicas de cultivo y las nuevas tecnologías de producción en la agricultura se transforma la distribución espacial de los cultivos, generando con ello un nuevo paisaje rural, lo que modifica al mismo tiempo las pautas de conducta de la población rural, que al ser desplazada en su mayoría de las tierras de cultivo ante la imposibilidad de obtener rendimientos suficientes para competir en el mercado mundial, optan por emigrar del campo o dedicarse de tiempo parcial a la producción.

“La reestructuración en la agricultura ha conducido a una modernización de las empresas y a la incorporación de cambios tecnológicos importantes. No obstante, la competencia por parte de los propios países desarrollados en la producción de cultivos no tradicionales, la vulnerabilidad de los mercados, la rapidez con la que se vuelven obsoletos o se masifican ciertos productos, las grandes fluctuaciones de los precios, la dependencia tecnológica y el monopolio en la comercialización y distribución por parte de las transnacionales, reducen las posibilidades de competir y de hacer rentable la incorporación de tecnologías, demasiado costosas o mal adaptadas a las condiciones tecnológicas de los países subdesarrollados. Así, encontramos que en México las empresas no basan su competitividad internacional en el uso de tecnologías caras y sofisticadas”. (Lara, 2000)

Lo que expone Maria Lara Flores (2000), es una realidad en el campo Mexicano, pero no lo es para todos los sectores de la agricultura, como lo demuestra el crecimiento de las exportaciones en el sector hortofrutícola en el campo Sinaloense, crecimiento apoyado en la concentración de la tierra y en la incorporación de nuevas tecnologías, lo que mantiene el rendimiento de la producción y con ello el aumento en las exportaciones.

El sector hortofrutícola representa en el estado de Sinaloa una de las principales actividades económicas, es un sector que en los últimos diez años ha tenido un gran dinamismo con un incremento constante aumento en el volumen de las exportaciones a los EEUU lo que facilita la incorporación de adelantos científicos y tecnológicos en el sector.
Gran parte de los adelantos científicos en el sector hortofrutícola tienen que ver con la modificación genética y la incorporación de nuevas variedades en la producción, para que esto sea posible se han modificado las formas de organización del sector con el fin transferir y desarrollar conocimiento e innovación de forma permanente.

La biotecnología, específicamente la genética, se incorpora de manera acelerada en el sector hortofrutícola Sinaloense a partir de la modificación de variedades de frutas y hortalizas no únicamente más resistentes a plagas o cambios climáticos, también variedades que se orientan a nichos de mercado específicos, tomates con menor tiempo de cocción, o mayor firmeza, pepinillos con mayor sabor, pimientos con mayor aroma.

Las transformaciones en el sector hortofrutícola al incorporarse la biotecnología se expresan no solamente en las nuevas variedades de frutas y hortalizas, también, y de forma más sutil en la organización del propio sector hortofrutícola. En la gestión de la tecnología, en el tratamiento de las nuevas variedades en el laboratorio y en la organización de la producción, aspectos de la cadena productiva donde el estudio de las necesidades del mercado actúa como guía de la producción hortofrutícola en el campo.

La producción tiende cada vez más a conformarse en redes institucionales, donde la vinculación entre Centros de I+D, Universidad, agroindustria y gobierno es fundamental para el desarrollo de la nueva tecnología, con un mayor valor agregado en el mercado mundial. ¿Cómo se forman estas redes? ¿Por qué surgen en un ámbito territorial y en otro no? Son grandes interrogantes que aún están por responder.

La biotecnología es parte fundamental de la tercera revolución científico tecnológica (Storper,1998, A. J. Scott, 2000), que incluye a los superconductores y la electrónica, llegando a la nanotecnología. Una revolución comienza a gestarse a partir de la segunda mitad de los años 70’s y que se expande en la siguiente década, llevando a algunos sociólogos a afirmar, ante esta revolución, donde las comunicaciones son punteras, que nos encontramos frente a una nueva estructura social, para algunos posindustrial (Daniel Bell, 1986) y para otros, - recuperando el concepto de la arquitectura -, la denominan como posmoderna (Habermass, 2002), época que se caracteriza por una estructura social basada en la información y la flexibilización de la producción, donde la comunicación juega un papel destacado en la acumulación del capital.

Los estudios sociológicos de las décadas del 80 y el 90 del siglo pasado, se han concentrado en esfuerzos de interpretación del impacto de la tercera revolución industrial en las pautas de conducta de las sociedades urbanizadas, y en la organización de la llamada Industria de Alta tecnología, porque los primeros desarrollos de la electrónica se presentaron en las comunicaciones y en los equipos de información (Radio, televisión, computadoras), acelerando y ampliando la capacidad de manejo de información en una sociedad altamente concentrada en las zonas urbanas.

La aplicación de la biotecnología en la agricultura se presenta con el desarrollo de nuevas variedades de Maíz, Arroz, Papas, que son las primeras plantas modificadas con manipulación de la información genética de sus células, incorporándose posteriormente a la aplicación de la biotecnología en el estudio en el mapa genético humano y en la clonación de tejido animal y humano, la biotecnología destaca el papel que los genes tienen en la definición celular que caracteriza a los organismo vivos.

La aplicación de la biotecnología vegetal a la agricultura modifica lo que comemos, al tiempo que cambia la forma en que se organiza el trabajo en el campo, de ahí que se requiera de nuevas categorías para intervenir en el análisis de lo rural, categorías completamente distintas a los estudios de las zonas urbanas, categorías conceptuales que comiencen por cuestionar la visión de atraso con el que se etiquetó al espacio rural.

El papel que esta jugando la biotecnología en la modificación de la geografía rural se expresa a partir de que la incorporación de este cambio tecnológico requiere de promover la interacción más estrecha entre los centros de IyD, los productores, las Universidades y los órganos de gobierno, interacción que genera redes institucionales, para las cuales se requiere de un conocimiento especializado del sector agrícola.

El conocimiento especializado de las actividades del campo se traduce en la necesidad de personal capacitado para las labores del campo y con ello la salida de miles de campesinos para quienes hasta ahora les había bastado la experiencia empírica para mantenerse en la tierra, pero que ante la exigencia de una mayor estandarización en el campo fruto del cambio tecnológico, no logran obtener los rendimientos requeridos para hacer rentable la producción optan por el abandono de las labores del campo o dedicarse a tiempo parcial, lo que se traduce en tierras ociosas o en una concentración de la propiedad.

El panorama del sector hortofrutícola, como sea mencionado, a diferencia del resto de la agricultura mantiene los ritmos de competencia en el mercado mundial, una competencia entre sectores hortofrutícolas en todo el mundo por los mercados de EEUU y la UE.

El Sector hortofrutícola Sinaloense deberá tomar en cuenta las nuevas pautas de competencia entre sectores y regiones, más que entre economías si los productores desean mantener los ritmos de crecimiento que han experimentando en las primeras fases de la ruptura de las barreras arancelarias.

Abordar el estudio del papel que tienen las instituciones en el desarrollo rural, considero imperativo tomar en cuenta la interacción los paradigmas en las ciencias sociales, y dar un paso adelante para generar un dialogo interparadigmático a través de una integración en el objeto de estudio, y para lograrlo es necesaria la ponderación de las bases filosóficas de los distintos paradigmas que conforman el mapa teórico conceptual de las ciencias enfocando así a los paradigmas que en cada una de las ciencia aborden el estudio de las instituciones con bases filosóficas análogas.
No es posible hacer ciencia desde el eclecticismo, como quedo demostrado con el constructor conceptual planteado por el constructivismo en la educación (Morales, 2001), cuya aportación es a un conjunto de categorías disgregadas sin una coherencia filosófica que permita llegar a un consenso que interprete el devenir de la educación en la sociedad.

La integración paradigmática desde las ciencias sociales permite investigar a la sociedad desde los ángulos de las ciencias sociales, cuadrando los distintos paradigmas cuyas categorías, contengan una relación con el objeto de estudio, y en aquellos aspectos en los que no se cuente con categorías desarrolladas podemos llegar incluso renunciar a dichos paradigmas y conformar nuevos dentro de los parámetros de las propias ciencias sociales.

Las Instituciones en el desarrollo

North Douglass (1993) en su libro “Instituciones, cambio institucional y desempeño económico” otorga a la cultura el papel de definir las condiciones informales en las cuales encaramos y resolvemos los problemas, es decir, son las condiciones sociales en las que se toman decisiones.

“La consecuencia a largo plazo del procesamiento cultural de la información que está en la base de las limitaciones informales es lo que juega un papel importante en la forma incremental por medio de la cual las instituciones evolucionan y por consiguiente en una fuerte dependencia de la trayectoria”. Añadiendo, “Igualmente importante es el hecho de que las limitaciones informales derivadas culturalmente no cambiarán de inmediato como relación de las reglas formales, como resultado, la tensión de redes formales alteradas y limitaciones informales persistentes produce resultados que tienen consecuencias en la forma en que cambian las economías” (Douglass, 1993)

Las decisiones en una sociedad democrática deben ser tomadas por conglomerados humanos que abarcan a un número cada vez mayor de individuos, lo que implica un incremento en la complejidad de las instituciones; las cuales son vistas, desde el institucionalismo económico como el espacio que enmarca la función de crear sinergias especificas para cada uno de los sectores de la economía y con ello impactar positivamente en el desarrollo de la sociedad.

Los aspectos que caracterizan a las instituciones, tanto formales como informales son en primer lugar, que sus funciones están delimitadas por estatutos legales (leyes, códigos, tradiciones), en segundo lugar, la escala de valores, entendidos éstos como la directriz cultural de las instituciones, y en tercer lugar, el más importante, que en las instituciones se entabla la comunicación con base a conceptos abstractos, signos y símbolos con un significado compartido por sus miembros.

Las instituciones son un conglomerado humano representativo de la “matriz cultural” a la que pertenece, es decir, se ve impactada a la vez que impacta en la conformación del tejido social o milleu cultural en el que se desenvuelve la sociedad.

La institución es una categoría fiable para establecer el grado de desarrollo de una sociedad, tomando como punto de partida, su eficiencia en el manejo de la complejidad, a través de la reducción de la incertidumbre en la toma de decisiones.

La temporalidad del desarrollo se encuentra definida por una permanente toma decisiones, en condiciones de cambio perenne en las sociedades modernas se requiere de instituciones con un conglomerados humanos calificados y de un entorno cultural que posibilite la permanente rotación de la pirámide de poder en las instituciones, aspectos que son el principal obstáculo en las sociedades subdesarrolladas de América Latina.

Abordar el papel de las instituciones en el desarrollo rural, implica la conformación, no sólo de una metodología que permita obtener con objetividad los datos empíricos para medirlo, también y de una forma que considero más importante es necesario conformar un marco teórico para emprender la tarea de analizar el desarrollo como un objeto complejo en el conocimiento, es decir el desarrollo es una área de conocimiento donde confluyen varios objetos de estudio de distintas ciencias sociales, pero no por ello el conjunto de los paradigmas que constituyen a cada una de las ciencias.

En la base de la formación de las redes institucionales se encuentra el desarrollo cultural, la sociedad se “desdobla” históricamente, es decir, presenta una evolución semiótica, una condición que se explica a partir del papel de la mediación que tiene el lenguaje y el pensamiento como guía de las actividades productivas en el uso de las nuevas tecnologías. Insistimos en el hecho de que es posible establecer fases del desarrollo que se ilustran a partir de la complejidad que históricamente han alcanzado las redes institucionales en la sociedad.

La principal consecuencia de que el sector hortofrutícola de Sinaloa no cuente con un crecimiento en las redes institucionales -como consecuencia del bajo nivel científico-tecnológico-, es el condicionamiento del sector bajo los lineamientos que le presenta la demanda del mercado internacional. Ello no sería un inconveniente de no ser por los indicios de una disminución en la superficie sembrada y una caída en los volúmenes de exportación; resultado, en gran medida, de la entrada de nuevos competidores y las innovaciones de la biotecnología vegetal al mercado internacional de las frutas y las hortalizas.

El análisis del sector hortofrutícola en Sinaloa, debe hacerse a partir de las condiciones del sistema productivo, es decir, de un conglomerado social que interactúa bajo la lógica de los sistemas sociales; porque la evolución cultural exige transitar de un sistema de interacción a un sistema social, en el que se pondere, frente a los lazos personales de interacción los marcos institucionales.


Conclusiones

Los conceptos de conocimiento e innovación abordados desde la sociología se circunscribe a una descripción fenomenológica en el marco de la producción industrial, lo que impide profundizar en las pautas culturales que los determinan, y por tanto el papel que el territorio tienen en su génesis.

Deben ser la cultura y el territorio los puntos de partida para conformar una metodología que permita obtener datos empíricos para el estudio del papel de las redes institucionales el desarrollo de la sociedad.

El estudio de la modificación de la geografía rural con la incorporación de las nuevas tecnologías, deberá abordarse en la observación de la incorporación de nuevos conceptos abstractos a las labores del campo y la relación que estos guardan con las redes institucionales que modifican la vida cotidiana de las zonas rurales. De la distancia que estos conceptos guardan como guías de las labores del campo con respecto a la eficiencia en la producción se determina el nivel de desarrollo real de las redes institucionales en el sector hortofrutícola.

Las políticas públicas de planeación territorial que busquen impulsar el desarrollo regional deberán partir del análisis cultural del territorio, y específicamente de un análisis del lenguaje que guía las actividades que los individuos de la región a desarrollar alcanzan a organizar con los conceptos abstractos que manejan en las labores productivas, políticas de desarrollo que deberán favorecer en todo momento el desarrollo endógeno de la comunidad, a partir de la cultura y sus propias instituciones.
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