Dr. Francisco Morales Zepeda
Las condiciones que está viviendo el mundo, en la segunda década del siglo XXI, es el retroceso que se expresa en la destrucción del derecho internacional y la imposición, por la vía de los hechos, de la orfandad a la humanidad, en donde los derecho civiles conquistados después de la segunda guerra mundial se están diluyendo de las constituciones (como ha sucedido recientemente en Grecia y España), bajo el reclamo del grito compulsivo de los ludópatas que invierten en las bolsas de valores en el mundo.
La desintegración de los estados nacionales a través de la aniquilación de la corresponsabilidad social en temas como salud, trabajo, educación, vivienda; lo que descarna el rostro real de una ideología que ha usado de 1960 a la fecha la distinción social como un arma para maniatar a los pueblos, destruyendo sistemáticamente los ideales liberales del siglo XVII, y con ello condenando a la humanidad a una involución histórica que nos lleva a la esclavitud humana y con ello al fascismo.
No es sólo es su culto a la tecnosfera lo que mueve a los neoliberales, es ante todo la sed de dinero sin importar la humanidad lo que los coloca como grupos altamente peligrosos para las sociedades del mundo, al instaurar de manera permanente modelos de terror como la “guerra preventiva” con Jorge Bush o “cambio de régimen” de Obama.
En esta vorágine mundial, los Estados Unidos Mexicanos (México) ha vivido la desintegración del Estado con un velocidad desmedida, desintegrando su identidad, rompiendo los ideales del liberalismo social que formaron al país y renunciando por completo los principios de la revolución mexicana, a tal punto, que hoy en día la juventud no cuenta con ningún referente social, ni teórico, que les permita enfrentar las duras condiciones de vida en las que nos encontramos.
El país que pasó de una guerra de castas en los siglo XVIII y XIX a una guerra social en el siglo XX, hoy ha involucionado a una Guerra de cofradías, en donde cada pandilla toma un pedazo del país e interpreta la ley de acuerdo a sus intereses, convirtiendo a las instituciones, en todos los niveles de gobierno en arietes al servicio de esos grupos específicos, negando en los hechos los derechos de los ciudadanos y convirtiéndonos así en parias.
El caso de las universidades es paradigmático, no sólo porque el actual presidente, Felipe Calderón, habla de novecientas nuevas universidades, sino principalmente porque en ellas la legalidad y los derechos de los profesores se ha convertido en pasto de los grupos de poder y capricho de los “gurús” de trepa puestos que únicamente piensan en sus propios intereses; entonces ¿Qué instituciones formo Felipe Calderón?
Lo que se ha impuesto en el país en la última década, bajo esta guerra de cofradías, es la desintegración de una visión nacional, pulverizando con ello todo aquel esfuerzo que permita el desarrollo del pensamiento crítico, y si son las universidades la cuna de estas ideas, ¿Cómo lograrlo si están imbuidas en el frente de esta misma guerra?
Las cofradías no sólo son previas a los gremios, también, son la forma de organización intermedia entre los clanes y las hordas, sus “leyes” se basan en el uso de la fuerza, la intimidación y la antidemocracia, aspectos que caracterizan a nuestro país en el siglo XXI. Lograr transitar fuera de esta lógica de despojo permanente pasa por la participación de la sociedad y la decisión de hombres y mujeres que reflexionen las condiciones deshumanizantes a las que nos conducen los intereses ludópatas de quienes ven en el dinero, no en la riqueza su única fuente de inspiración.
Las universidades, instituciones que debieran encabezar la critica, son las que están más maniatadas, sus organigramas son un teatro de operaciones de la guerra interna, la “guerra de escritorios”, en ella, los grupos "académicos" se ha perdido, se han diluido en el tiempo; lo que ha permitiendo que personajes grises, con perfiles meritocraticos sean hoy quienes incluso decidan -al margen de los meritos intelectuales- quién ingresa a la universidad y quien se encuentra fuera. Podemos preguntarnos ¿Es distinto en otras instituciones? ¡No! En todas las instituciones del estado mexicano, en todos sus niveles de gobierno, estamos viviendo una purga social, un rasurado permanente de las bases culturales en los que se pudiera soportar una transformación permanente de la sociedad mexicana, colocandonos siempre en el lindero de la ignorancias y la corrupción, siempre dependiendo del desarrollo y la innovación desarrollada en otras latitudes del planeta, siempre en manos de políticos ineptos.
Insistir en el estado de derecho, aferrarnos a las instituciones, plantar cara a la corrupción, en medio de esta lucha entre cofradías, es una labor titánica, pero todos los días somos víctimas de no luchar: tráfico de influencias, desfalco de las cuentas nacionales, hacer públicas las deudas privadas, estúpidos en los puestos públicos de decisión, inoperancia de las instituciones, asesinatos impunes, CORRUPCIÓN -que llega a ser sistémica- y MIEDO, mucho miedo.
Referencias:
Garay, José Luis (2010) Guatemala, México y Colombia: Los retos de la expansión del narcotráfico en el nuevo milenio
http://www.grupometodo.org/65GuateMexColl.pdf