domingo, 29 de junio de 2008

La Modificación de los Hábitos Alimenticios en México: ¿Sólo una necesidad de Salud Pública?


Dr. Francisco Morales Zepeda

No es sencillo modificar los hábitos de consumo de la población en México, menos cuando llevamos años alimentándonos de una dieta rica en grasas y carbohidratos pero pobre en proteínas.

Es importante entender, que producto de esta dieta la población en México se enfrenta a una epidemia de enfermedades crónicas degenerativas que afecta principalmente a los más pobres (Diabetes mellitus, hipertensión arterial y obesidad).

Los malos hábitos alimenticios que tenemos los mexicanos, inician con aspectos sencillos, que van desde el hecho de que no contamos con un horario específico para comer, nuestra ignorancia al momento de escoger los alimentos que nos permiten hacernos llegar de los nutrientes necesarios para contar con una buena salud y consumir una enorme cantidad de alimentos chatarra.

Aunado a una dieta pobre en proteínas, en México, al igual que muchos otros países occidentales, nuestra dieta se ha adecuado a los tiempos “libres” en el trabajo, en los que poco o nada disfrutamos de la comida y pocas veces nos detenemos a considerar sí lo que comemos es sano.

El ritmo desordenado en los hábitos alimenticios se agudiza cuando analizamos con más detalle la llamada “sociedad de consumo”, en la que el estilo de consumo dominante (comida rápida) está plagada de alimentos que poco o nada nos nutren.

Es difícil deslindarnos de los tiempos reducidos que tenemos para alimentarnos, por lo que es indispensable que pensemos cómo modificar nuestros hábitos alimenticios; y a pesar de que para algunos (principalmente las autoridades del sector salud) basta con suplir nuestra dieta con alimentos sanos y ejercicio diario para asegurar una buena calidad de vida, es necesario decir, contradiciendo esta afirmación, que los estilos de consumo o son tan fáciles de erradicar, porque tiene hondo arraigo en las formas de distribución de las mercancías y acumulación del capital en occidente, por lo que la sola modificación de hábitos no basta.

La sociedad de consumo, exige a quienes han caído en ella enormes gastos en bienes suntuarios; es común, por ejemplo, observar que en la búsqueda de un lugar para comer (cuando deseamos comer fuera de casa) no pensamos en el lugar que nos ofrezca un buen alimento a bajo costo, por el contrario buscamos el que nos garantice la seguridad del Status Quo.

¿Cómo podemos modificar nuestros hábitos alimenticios? Al retomar la expresión del filósofo Ludwig Feuerbach, “somos lo que comemos”, podemos considerar que las enfermedades crónicas son productos de una mala alimentación que pueden ser perfectamente corregidas a partir de tener acceso a mejores alimentos, pero como ya hemos dicho hacernos de esos alimentos no es sencillo.

No es sólo que comamos en abundancia también qué tipo de alimentos consumamos; un ejemplo es el índice de desnutrición infantil en México: para el año 2000 el nivel de desnutrición infantil en México había “disminuido” como producto de una forma de medición basada en el diámetro de la cintura de los infantes, producto de este “índice” los niveles de obesidad infantil se dispararon en la primera década del siglo XXI en el país, una contradicción que nos indica que es la calidad de los alimentos y no su cantidad lo que nos permitirá contar con mejores niveles de salud en la población.

El problema de la nutrición en la población mexicana y sus consecuencias lo podemos seguir en un estudio publicado en 2005 por Simón Barquera y Lizbeth Tolentino, este estudio nos indica que cada vez más la población más pobre, los niños y los jóvenes son ahora los que regularmente cuenta con problemas derivados de estilos de vida entre los cuales los malos hábitos alimenticios es uno de los principales problemas.

Para Barquera y Tolentino (2005) la distribución geográfica de de las enfermedades asociadas a la nutrición en México se encuentran ligadas con la calidad de los alimentos que consume la población, así tenemos que es en los estados más pobres del país, y contrario a lo que podríamos pensar, son en los que los índices de enfermedades ligadas a la nutrición son mayores, y no únicamente las derivadas de la desnutrición, también lo son los que tienen el mayor numero de infartos al corazón.

“Es importante resaltar que tanto la escolaridad como el nivel socioeconómico se encuentran estrechamente asociados con una menor prevalencia de enfermedades crónicas en todas las regiones del país, incluyendo diabetes mellitus, hipertensión arterial y obesidad, entre otras. (…) Lo anterior plantea un reto adicional, toda vez que la mayor carga de enfermedad, tanto por infecciones y desnutrición, como por padecimientos crónicos, se encuentran afectando a los grupos sociales con menos recursos y capacidad para afrontarlos.” (Barquera y Tolentino, 2005)
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud de 2000, la distribución de la hipertensión arterial por nivel socioeconómico nos indica que en las personas con nivel bajo hay un 42.7 %, en las de ingresos medios 31.6% y en ingresos altos 25.8%, números que se relacionan con la calidad de los alimentos que se consumen en las dietas de cada una de estas poblaciones en el país.

El cambio de los hábitos alimenticios no es únicamente una cuestión de salud pública, es necesario pensar que las enfermedades crónicas son una consecuencia, y la raíz del problema se encuentra en una forma de distribución de los alimentos en la población en México a lo largo del siglo XXI, que permitió que los más pobres de México se conviertan en consumidores de alimentos de bajos nutrientes.

Podemos responder que los más pobres no acceden a nutrientes porque se encuentra con bajos o nulos ingresos, como lo afirma Alejandro Cerda (2007), investigados de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, pero, considero la respuesta tiene otros orígenes históricos, uno de ellos es la destrucción de las posibilidades de producción agrícola para el auto consumo y las condiciones que en las periferias urbanas del país los condenan a una pobreza que lo desliga por completo de la posibilidad de desarrollar redes institucionales con las cuales gestionar su desarrollo.

La educación de los más pobres del país, de los desarraigados en las zonas periurbanas de las ciudades con hábitos alimenticios que poco o nada los nutren no es un tarea sencilla, porque no se trata aquí de que diagnostiquemos enfermedades a partir de padecimientos, sino de algo más difícil, arrebatarle el mercado de consumo a los alimentos chatarra (grandes empresas trasnacionales) que se han apoderado de todos las pequeñas tiendas en los barrios y las colonias a través de una enorme maquinaria publicitaria que bombardea a la sociedad con estereotipos de consumo.

No se trata únicamente que nos alimentemos “sanamente” y realicemos un deporte para que aseguremos una calidad mayor de vida, además es necesario pensar en el factor educativo como uno de los aspectos que influye en los hábitos alimenticios, y es ahí donde es importante hacer énfasis porque son los pobres entre los más pobres de México los que se encuentran atrapados entre la falta de alimentos y los alimentos chatarra, y al mismo tiempo quienes tienen los índices de desarrollo humano más bajos en el país (nivel de ingresos, educación, expectativa de vida y tasa de natalidad).

Referentes:
Barquera Simón y Tolentino Lizbeth (2005) Geografía de las enfermedades asociadas con la nutrición en México: una perspectiva de transición epidemiológica Instituto Nacional de Salud Pública de México, Papeles de Población Nº 43, México.
http://chd-taskforce-latinoamerica.com/documentos/Mexico.EnfermedadesDeLaNutricion2005.pdf (Consulta 21/06/08)
“La pobreza, no los malos hábitos, es la causante de obesidad, según la UACM” http://www.jornada.unam.mx/2007/11/10/index.php?section=capital&article=031n1cap
La Jornada 10/noviembre/2007 (consulta 22/06/08)


domingo, 22 de junio de 2008

Alimentación y Cultura: alimentos “rápidos” vs. alimentos “típicos”


Mapa de la Comida Rápida en el Mundo

Dr. Francisco Morales Zepeda

El gusto por los alimentos tiene un origen en la cultura, porque al nacer lo hacemos en un mundo que se encuentra codificado socialmente en el habla y en los alimentos; así, cuando hablamos de los sabores que guardamos en nuestra memoria podemos darnos cuenta que difieren de manera drástica de una sociedad a otra.

La alimentación de los pueblos es uno de sus rasgos distintivos, es difícil que una sociedad tenga los mismos gustos que otra en cuanto al sabor de los alimentos se refiere, y en especial cuando hablamos de sus platillos “típicos”.

Tenemos en toda la geografía humana distintos sabores, que van desde los que tienen una alta concentración de especias, hasta aquellos en los que no se encuentra rasgo alguno de que se haya utilizado ningún ingrediente especial en su elaboración.

En la distribución “geocultural” de los gustos, encontramos que los sabores fuertes basados en muchos condimentos son típicos de la región cultural islámica, asentada en el medio oriente (situada en el continente asiático); mientras que los alimentos poco condimentados y con pocas verduras son los de la región africana (situada en el continente africano); en cambio los eslavos y occidentales (Europa Oriental y Europa Occidental) prefieren los sabores secos como la mostaza y el ajo, y los Latinoamericanos preferimos los sabores picantes y agrios o agridulces .

Esta distribución espacial de los sabores en el mundo, nos indica de forma muy clara que los seres humanos tenemos una gran variedad de gustos basada en los sabores, y que estos sabores han sido cultivados durante siglos por los distintos conglomerados humanos que habitan el planeta, a partir de las características físicas del territorio en el que habitamos.

El origen social del gusto nos permite reconocer cuando empezamos a vivir una cultura distinta, es a partir de los sabores de los alimentos como podemos adentrarnos en uno de los aspecto que nos ayuda a conocer de manera directa los ambientes culturales con los que los distintos sabores se relacionan con la cultura, llevando el gusto del plano biológico al social.

“La alimentación es una actividad no sólo biológica, nutricional y médica es también un fenómeno social, psicológico, económico, simbólico, religioso, cultural, en definitiva, un hecho extraordinariamente complejo.” (Contreras, 2002)

Sabemos también, que es muy común que una sociedad adopte los gustos en la alimentación de una cultura a otra, e incluso que esto representa una de las formas más comunes de promover los sabores y aromas de una sociedad a otra; aspecto que no es negativo, sobre todo cuando consideramos que es la cocina un de los lugares en los que el encuentro o desencuentro de civilizaciones se ve con mayor claridad.

Pero, también hay sociedades en la actualidad, que sin reconocer la importancia de la cultura en la alimentación, importan alimentos “exóticos” como uno de sus principales “negocios”, considerando que siempre existe una “necesidad” humana por experimentar nuevos sabores, sin considerar las consecuencias que para su población tiene el no contar con una educación en los sabores típicos de los alimentos locales.

En los hechos la exportación de alimentos procesados en el mundo representa enormes ganancias para varias empresas trasnacionales que se dedican exclusivamente a la venta de este tipo de productos.

La comida es un escaparate para que distintas sociedades se conozcan e interactúen, como una de las formas que asume el intercambio mundial de mercancías (globalización de capitales). A la comida la podemos considerar uno de los elementos centrales en el flujo de mercancías a partir del negocio de franquicias de alimentos “rápidos”, que son regularmente estandarizados y presentados en grandes cadenas comerciales, que se encuentran presentes en todo el mundo.

Esta visión de los alimentos “rápidos” nos ayuda considerar en su conjunto a todo la “industria alimentaria” que está involucrada de manera directa e indirecta con el negocio de la alimentación, y con ello, la enorme cantidad de inversión y ganancias que representa; es tan grande su peso en la economía que Incluso hay quienes han llegado a sugerir que se puede medir el ingreso percapital (de la población) en función del número de hamburguesas que una persona pude comprarse con los ingresos medios de la población.

Frente a estos alimentos procesados, poco pueden hacer los alimentos “típicos” de los pueblos, porque simplemente están diseñados para el tipo de sociedad que impone el sistema económico mundial y que ideológicamente considera a lo local uno de los aspectos que en primer lugar debe coincidir con el modelo macroeconómico de consumo.

Ahora, si bien es cierto, que los alimentos típicos que presentados de manera regular, en envolturas rudimentarias, han dejado de tener aceptación en las nuevas generaciones, también sabemos que es cierto que los alimentos importados poco o nada les aportan en nutrientes, por lo que nos permite considerarlos como alimentos “chatarra”.

La alimentación de las jóvenes generaciones, hace que cada día sea más necesario el que se considere con un mayor cuidado qué alimentos consumimos, sobre todo, porque el consumismo impone en ellos una serie de estilos de alimentación que en muchos casos se basan en la moda de alimentos que poco benefician a su desarrollo, y por el contrario que tienen serias implicaciones en su salud.

La diversidad de formas que presenta alimentación en el mundo nos da la pauta para pensar en una “turismo del sabor”, es decir, la búsqueda de los sabores que hacen típico a un platillo en una cultura, y de esta manera podemos conocer cada uno de los ingredientes que hacen posible un sin número de combinaciones. Así tenemos que en cada sociedad se mezclan distintos sabores, e incluso sabores agrios con dulces lo que le imprime un gran contraste al degustarlos en el paladar; al tiempo que nos habla de la gran gama de alimentos que existen en el mundo.

El origen cultural del gusto por los alimentos, nos presenta dos preguntas que continúa esperando una respuesta en las sociedades contemporáneas: ¿Cómo educar a las jóvenes generaciones que ya han sido atrapadas por los alimentos chatarra en el gusto por sabores que los nutran? y ¿hasta dónde va a ser necesario llegar en el deterioro de la salud para que las personas consideren indispensable educar el gusto por alimentos sanos? La verdad, la respuesta a estas preguntas no es nada alentadora, porque en muchos casos la sociedad insiste en consumir alientos que no garantizan el mínimo de nutrientes, aspecto que se agudiza en las generaciones jóvenes.

La cultura y lo alimentos se encuentran mutuamente relacionados, no es posible pensar que una cultura se desarrolle sin alimentos y menos aún que los alimentos aumenten en su arraigo en las personas sin la cultura.

Referencias:
CONTRERAS, Jesús, (Compilador) 2002, Necesidades, Gustos y Costumbres, Alfaomega, España Mapa de la Comida Rápida en el Mundo
http://www.worldmapper.org/posters/worldmapper_map364_ver5.pdf

sábado, 14 de junio de 2008

El Espacio Geográfico como Espacio Cultural


Dr. Francisco Morales Zepeda

El geógrafo Milton Santos define al espacio geográfico como aquel que “está formado por un mundo indisoluble, solidario y también contradictorio, de sistemas de objetos y sistemas de acciones, no considerados aisladamente, sino como el contexto único en el que se realiza la historia. (…) El espacio es hoy un sistema de objetos cada vez más artificiales poblado por sistemas de acciones igualmente imbuidos de artificialidad, y cada vez más tendentes afines extraños al lugar y a sus habitantes. (Santos, 2000 p. 54)

Referirse al espacio geográfico aislado de la teoría desde la que se le interpreta es un error, la conceptualización del mundo parte de las interpretaciones filosóficas que tenemos de él, de ahí, que el concepto de espacio geográfico de Milton Santos basado en una perspectiva materialista de la geografía, nos hable de un espacio histórico indivisible, una interpretación de realidad como totalidad.

El concepto de espacio geográfico desarrollado por Milton
Santos nos exige pensar necesariamente en un “espacio cultural”, es decir, en un espacio mediado por conceptos, un espacio conceptualizado por el ser humano desde el que interpretamos el mundo en el que vivimos.

Considerar que interpretamos el espacio geográfico desde una percepción igual o más evolucionada que la los animales, es decir, una “percepción natural” es un bache en el que la psicología se encontró durante varias generaciones en la historia temprana de esta ciencia; bache del que Lev. S. Vygotski la rescato con el concepto de “percepción verbal”, que nos permite considerar la relación entre cultura y percepción, una definición que nos acerca a la interpretación que del espacio hace Milton Santos.

La interacción entre el espacio geográfico y percepción toma un giro enteramente distinto, al de considerar que lo que percibimos del espacio no es sólo una reacción biológica de nuestras sensaciones y sentidos hacia el entorno, ahora sabemos, que la conceptualización del mundo es parte de los procesos psicológicos superiores y es a través de ellos, que interpretamos el espacio geográfico.

Es pertinente considerar que, al igual que en el caso del desarrollo del lenguaje la percepción tiene distintos niveles de profundidad en el manejo de la generalizaciones y abstracciones; de esta manera, únicamente la percepción que ha sido educada, es decir, la percepción desarrollada a partir del mundo conceptual es la más fidedigna del espacio geográfico, a partir de que cuenta con una mayor internalización.
La teoría sociocultural del Lev s. Vygotski, considera que los procesos de internalización de los conceptos, pasan por la comprensión de abstracciones, y que el manejo discursivo de las generalizaciones es lo que permite el desarrollo del pensamiento científico.

Para la teoría Sociocultural, uno de los aspectos claves para comprender el desarrollo de los procesos psicológicos superiores es de “internalización”, que es lo que nos permite interpretar cómo la información “culturalmente seleccionada” se traduce, con la mediación de un individuo más capaz, en información que termina por dominar un individuo menos capaz.

“(…) Para Vygotski, la noción de internalización solamente era aplicable al desarrollo de las funciones psicológicas superiores y, por lo tanto, a la línea social o cultural del desarrollo. Desde su postura, la internalización es un proceso implicado en la transformación de los fenómenos sociales en fenómenos psicológicos. Por tanto, Vygotski concebía la realidad social como determinante fundamental de la naturaleza del funcionamiento intrapsicológico interno.” (Wertsch, 1998, p. 79)

Podemos decir entonces que el proceso de internalización se fundamenta en la “Ley de la doble formación”, ley con la que Vygotski nos explica la manera en la que los procesos sociales se transforman en conocimiento, lo que se puede interpretar también, bajo la premisa de que todo proceso intrapsicológico, primero fue interpsicológico.

La internalización, es un proceso de transformación de las relaciones sociales, en procesos individuales, es decir, de la función interpsicológica que se da en el exterior, en el plano social, pasa después a una realidad interna el individuo, a partir del “lenguaje interior”. A decir de Wertsch; "Es preciso que todo aquello que es interno en las formas superiores haya sido externo, es decir, que fuera para otros lo que ahora es para uno mismo. (Wertsch, 1998, p. 79).

De esta manera, la internalización del espacio geográfico, es fundamental en el desarrollo pleno del “lenguaje interior”, porque representa el proceso de planificación que distingue a la percepción del resto de los procesos psicológicos superiores. El concepto de “percepción verbalizada” de Vygotski es un referente para considerar el espacio geográfico como espacio cultural, a partir de que son los conceptos abstractos de los cuales partimos para explicarnos el mundo, consolidando a lo largo de nuestro desarrollo ontogenético la “noción de sí” (comprensión de nosotros mismos) que nos permite percibir el espacio y el tiempo como un continuum histórico en el que no hay percepción sin concepción.


Referencias:

Luria, A. R. (2000) Conciencia y Lenguaje, Aprendizaje Visor, España
Santos, Milton (2000) La Naturaleza del Espacio. Técnica y Tiempo. Razón y Emoción, Ariel Geografía, España.
Vygotski, Lev. S. (2000) Los procesos Psicológicos Superiores, Critica, España
Vygotski, Lev. S. (1998) Pensamiento y Lenguaje, Paidós, España
Wertsch, J.V. (1979). From social interaction to higher psychological processes: a clarification and application of Vigotski’s theory. Human Development, 22, 1-22.
Wertsch J. (1993). Voces de la Mente. Visor Madrid.
Wertsch James (1998) Vygotsky y la formación social de la mente. Paidós. Barcelona.

martes, 3 de junio de 2008

Percepción y Espacio Cultural II/II


Dr. Francisco Morales Zepeda
El concepto de percepción en la teoría Sociocultural de Vygotski es diametralmente distinto al de Piaget, al considerar que el lenguaje juega un papel central en el desarrollo cognoscitivo del ser humano.

Vygotski distingue a la “percepción natural” de la propiamente humana, la “percepción verbalizada”. La percepción humana, para Vygotski, no es el resultado del perfeccionamiento de la percepción animal, toda vez que, contrario a los animales, los seres humanos son selectivos al momento de establecer la percepción de su entorno; aspecto que la percepción natural no tiene la capacidad de realizar.

El uso del lenguaje influye en las sensaciones humanas, al modificar de manera artificial el campo sensorial, transformando necesariamente a la percepción, permitiendo que el ser humano mantenga “distancia” del campo visual, uno de los aspectos que no pueden ser explicados desde un planteamiento biologisistas de la percepción.

Así, la percepción enmarcada en el contexto del lenguaje, Vygotski la llama “percepción verbalizada”, al ser el producto de la rotulación de su entorno con palabras, permitiendo a su vez, que el ser humano separe aspectos específicos de aspectos globales en el campo visual y fuera de él.

“Gracias a las palabras, los niños distinguen elementos separados, superando con ello la estructura natural del campo sensorial y formando nuevos (artificialmente introducidos y dinámicos) centros estructurales.” (Vygotski, 2000, p.59)

La importancia de la palabra en la percepción se expresa en la selectividad que el ser humano alcanza en el campo visual. Mientras que la percepción visual es completa e indivisible, la percepción verbal es selectiva; aspecto que nos permite considerar que la base biológicas de la percepción tienen un límite, pero contrario a lo expresado por Piaget en la psicología evolutiva, para Vygotski no se encuentra en la lógica formal y matemática, sino en las condiciones socioculturales en las que se desarrolla el lenguaje en la cultura.

La evolución de la percepción en el ser humano va a la par de la evolución ontogenética del lenguaje (de la infancia a la edad adulta); lo que nos indica que en un primer momento, la explicación del mundo está dada por la cultura en la que se nace, en una relación sentimental, para pasar en un segundo momento a una relación directa con el entorno, es decir, a un ejercicio de objetivación de los conceptos y finalmente a una etapa lógico-verbal, en la que los conceptos abstractos median entre el contexto y la conducta.

Otro de los aspectos que separan la perspectiva de Vygotski de la de Piaget, en lo que a percepción se refiere, es el hecho de que del primero considera a la percepción parte de los procesos psicológicos superiores, y por lo tanto, se encuentra presente en todas las etapas de la evolución ontogenética humana, lo que nos indica que no hay una supeditación a la lógica en ningún momento de la evolución de la percepción.

La percepción no actúa subordinada a la lógica matemática, se conduce por las directrices de la cultura, al ser el lenguaje el responsable directo de la reorganización del campo visual y espacial, dirigiendo con ello la atención del individuo a aspectos específicos de su entorno, logrando así un modo de atención dinámica, es decir, la capacidad para captar cambios en una situación desde un punto de vista histórico, actuando en el presente desde un punto de vista prospectivo.

La percepción mediada por el lenguaje permite a los niños desarrollar una conducta selectiva, toda vez que los conceptos les permiten comprender el mundo; el descubrimiento de Vygotski del soporte semiótico de la percepción hace necesario que los procesos cognoscitivos que se favorecen en la educación formal vayan encaminados al desarrollo de la vida conceptual de los individuos.

El manejo de signos por el niño le permite reestructurar los procesos psicológicos, a la vez que domina sus movimientos motrices, un aspecto que representa una expresión completamente distinta a la historia natural de la conducta, y que inicia “(…) una rotura fundamental con la historia natural de la conducta e inicia la transición del comportamiento primitivo de los animales a las actividades intelectuales superiores de los seres humanos” (Vygotski, 2000, p. 63)

Mientras que para un animal toda tarea es irresoluble fuera del campo visual, el ser humano supera este escoyo con la ayuda del control verbal de su atención, permitiendo la organización del campo perceptivo en función de la dificultad de la tarea; demostrando así, que el ser humano es capaz de una transición de una estructura simultanea del campo visual a una estructura sucesiva del campo dinámico de atención a partir de la relación de actividades separadas que forman parte de una misma sucesión de operaciones necesarias para lograr un fin.

Esta posibilidad que da el lenguaje, es la de combinar elementos del campo visual presente y pasado, permitiendo al ser humano la reconstrucción de la memoria en un campo temporal para la acción, de esta manera la memoria se extiende en un sistema efectivo de presente, pasado y futuro, determinando así las funciones de “representación simbólica y acción proyectada” en el ser humano.

La percepción humana tiene un origen histórico-social, es decir mediado por la cultura, de esta manera el ser humano cuenta con un instrumento que al estar mediado por el lenguaje, le permite desplegar su función sintetizadora propiciando de esta manera el desarrollo de formas más complejas de percepción cognoscitiva.

Referencias:
Vygotski, Lev. S. (2000) Los procesos Psicológicos Superiores, Critica, España
Vygotski, Lev. S. (1998) Pensamiento y Lenguaje, Paidós, España