viernes, 28 de marzo de 2008

REDES INSTITUCIONALES Y ESPACIO GEOGRÁFICO: PAUTAS EN EL DESARROLLO REGIONAL DE LA AGRICULTURA EN SINALOA, MÉXICO

INSTITUTIONALS NETWORKS AND GEOGRAPHIC SPACE: GUIDELINE IN THE REGIONAL DEVELOPMENT OF THE AGRICULTURE IN SINALOA, MÉXICO.
Dr. Francisco Morales Zepeda


Resumen:
Las innovaciones de proceso y de producto no se desarrollan en escenarios aislados del contexto social, la tendencia a la formación de redes institucionales es condición sin ecuanon para la competitividad de los sectores productivos en las economías de mercado abierto, lo que reclama del sector agrícola de Sinaloa, México una planificación orientada a la articulación de dichas redes con el fin de incorporar efectivamente los nuevos conocimientos y asegurar con ello su competitividad.
Abstract:
The process and product innovations do not develop in isolation from the social context, the tendency to form institutional networks is a sin equanon (something that always happens) condition for the productive sector’s competitiveness in open market economies. This demands a well oriented, and well planned articulation between this nets and the agricultural sector of Sinaloa, Mexico that include the clear objective of effectively incorporating new knowledge, assuring, thorough this objective, it’s competitiveness.
Palabras Clave: Redes Institucionales, Espacio agrario e innovación tecnológica

Key Words: Institutional Network, Agricola space and technological innovation

Pautas de Organización del Espacio Agrario en Sinaloa

La evolución del espacio agrario en Sinaloa, México no está determinado sólo por la incorporación de nuevas tecnologías en la agricultura, también depende del soporte que le da el tejido social (productores, agricultores, campesinos y estado) al uso de las innovaciones tecnológicas; ambos aspectos se combinan para definir el dinamismo del sector y las condiciones de desarrollo del mismo, el presente ensayo busca encontrar las pautas en el devenir histórico, económico y cultural que desde la agricultura han influido en el desarrollo regional del espacio geográfico de Sinaloa.

La agricultura en Sinaloa ha presentado a lo largo de su historia cinco etapas de evolución: la Primera, que se remonta los primeros pobladores del territorio, quienes sembraban en las márgenes de los ríos, usando para ello las avenidas anuales de los ríos; una Segunda etapa, inaugurada por la colonia en el siglo XVII cuando los padres jesuitas implementaron y desarrollaron los primeros sistemas de riego a través de canales para la siembra de huertos; una

Tercera etapa, que despunta a finales del siglo XIX y principios del XX comienza con la siembra de la caña de azúcar, para lo cual se construyen los primeros grandes canales de riego en el norte y centro del estado; una Cuarta etapa, se presenta a partir de la agricultura de exportación (horticultura principalmente) a principio del siglo XX, con la exportación de hortalizas a los EEUU, etapa que se inscribe en la implementación mundial de la “revolución verde” en el campo; y a partir del año 2006, con la instalación de plantas para la producción de etanol (“Biodiesel”), se presenta, de manera incipiente, lo que podemos definir como una Quinta etapa en el espacio agrícola del estado, esta vez “biotecnológica”, en la que se vislumbran las bases de una proceso tecnobiológico, que combina una fuerte tecnificación con la modificación de las variedades a partir de la manipulación genética.

El desarrollo de la agricultura en Sinaloa no está desligado del mercado agrícola mundial y las innovaciones tecnológicas. Los agricultores del estado, han estado desde el inicio de la actividad, vinculados al mercado de EEUU, lo que los ha obligado a introducir las técnicas de cultivo norteamericanas (extensivas y altamente tecnificadas), de esta manera que la tendencia actual en la evolución del espacio agrario de Sinaloa, al igual que en Estados Unidos, es la incorporación de las innovaciones derivadas, la Biología Molecular y la ingeniería genética, específicamente, las aplicaciones de la biotecnología vegetal para el mejoramiento de variedades (Organismo Genéticamente Modificados, OGM).

Los OGM se incorpora de manera acelerada en el sector agrícola Sinaloense, las nuevas variedades de granos, oleaginosas, frutas y hortalizas; no sólo son más resistentes a plagas o cambios climáticos, también están orientadas a nichos de mercado específicos: tomates con menor tiempo de cocción, o mayor firmeza, pepinillos con mejor sabor, pimientos con más aroma.
Mientras el debate en torno a los OGM en los círculos académicos y en la sociedad se agudiza, en el campo sinaloense es el rendimiento por hectárea y la ganancia lo que está inclinando la balanza a favor de la introducción de las nuevas variedades a la agricultura del estado, al mimo tiempo se ahogan por la vía de los hechos las iniciativas que promueven la agricultura ecológica que se basa en una mayor racionalidad y respeto al ambiente.

La aplicación de la biotecnología en la agricultura se inicia con los OGM variedades de maíz, arroz, papas, que son las primeras plantas modificadas con manipulación de la información genética de sus células, incorporándose posteriormente a la aplicación de la biotecnología en el estudio del mapa genético humano y en la clonación de tejido animal y humano. La biotecnología destaca el papel que los genes tienen en la definición celular que caracteriza a los organismos vivos y la posibilidad de manipularlos por el ser humano.

Las transformaciones en el sector agrícola al incorporarse la biotecnología se expresan en las nuevas variedades de granos, frutas y hortalizas, y de forma más sutil en la organización del propio sector, a partir la gestión de la tecnología, en el tratamiento de las nuevas variedades en el laboratorio y en la organización de la producción, aspectos de la cadena productiva y de valor, en las que los estudios de las necesidades del mercado actúan como guía de la producción agrícola en el campo.

La biotecnología vegetal es parte de la Tercera Revolución Científico Tecnológica (Storper, 1998, A. J. Scott, 2000), que incluye a los superconductores y la electrónica, y para algunos (Rifkin, 2002) también la nanotecnología; esta revolución comienza a gestarse a partir de la segunda mitad de los años 70’s del siglo XX, y se expande en la siguiente década, llevando a algunos sociólogos a afirmar, ante esta revolución (donde las comunicaciones son punteras) que nos encontramos ante una nueva estructura social, para algunos posindustrial (Daniel Bell, 1986) y para otros, - recuperando el concepto de la arquitectura -, la posmoderna (Habermass, 2002), época que se caracteriza por una estructura social basada en la información y la flexibilización de la producción, donde la comunicación juega un papel destacado en la acumulación del capital social.

Los estudios sociológicos de las décadas de los años 80´s y los 90´s del siglo pasado, se concertaron en esfuerzos de interpretación del impacto de la Tercera Revolución Científico Tecnológica (TRCT) con las pautas de conducta de las sociedades urbanizadas y en la organización de la llamada Industria de Alta tecnología, porque los primeros desarrollos de la electrónica se presentaron en las comunicaciones y en los equipos de información (Radio, televisión, computadoras), acelerando y ampliando la capacidad de manejo de información en una
sociedad altamente concentrada en las zonas urbanas.

La aplicación de la biotecnología vegetal a la agricultura modifica lo que comemos, al tiempo que cambia la forma en que se organiza el trabajo en el campo, de ahí que se requiera de nuevas categorías para intervenir en el análisis de lo rural, categorías conceptuales que deben comenzar por cuestionar la visión de atraso con el que se etiquetó al espacio rural por los estudios promovidos desde la sociología y la economía durante la década de 1960.

El papel que está jugando la biotecnología vegetal en la modificación del espacio agrario de Sinaloa se expresa en la incorporación del cambio tecnológico que requiere la promoción de la interacción estrecha entre los centros de IyD (Investigación y Desarrollo), los productores, las universidades y los órganos de gobierno (relación triple hélice) para establecer políticas públicas que permitan generar redes institucionales, las cuales, en el caso de la agricultura, requieren tanto de conocimientos especializados del sector agrícola como de un tejido social en el que se internalicen las innovaciones.

Los Valles Agrícolas de Sinaloa: Un repaso Histórico

Los valles agrícolas de Sinaloa cubren una superficie agrícola de 1.469.433 hectáreas, contabilizando tanto la agricultura bajo riego como la de temporal, en esta superficie se cultivan: granos, oleaginosas, frutas y hortalizas; se organizaron a partir de los distritos de riego en de la década de 1930 cuando se impulso la construcción los canales principales de irrigación en el centro del estado.

Desde los Años 30’s el espacio geográfico sinaloense quedó marcado por la actividad Agrícola, la apertura de las tierras de riego en el estado determinó la vocación de los valles en el norte y en el centro en las posteriores décadas del siglo XX, en tanto que el sur del estado se orientó, por su clima tropical, derivado del paso del trópico de Cáncer a la explotación turística y el cultivo de frutales.

Los valles agrícolas de Sinaloa contaban para el año 2002 con una distribución de norte a sur en el estado de la siguiente manera: El valle de “El Fuerte” con 336.863 has, el valle de “Guasave” con 264.187 has, el Valle de “Guamúchil” 191.391, el valle de “Culiacán” 333.114 has, el valle de “La Cruz” con 190.333 has, y el valle de “Mazatlán” 153.555 has; este último en un proceso de incorporación al sistema hidroagrícola del estado con la construcción de la presa “Picachos”.

A lo largo de la historia de estado, se han presentado cambios en la frontera agrícola, producto de la implementación de nuevas técnicas de cultivo en el campo, lo que ha permitido incorporar de manera permanente hectáreas a la agricultura bajo irrigación. Sinaloa no está excluido de la organización del espacio geográfico impuesto al campo por el desarrollo capitalista en el mundo, prueba de ello, es la introducción de las “revoluciones” agrícolas en el sector agrícola, mismas que han influido de manera importante en la distribución de las parcelas y en la evolución de los sistemas de riego.

El modelo de industrialización basado en la sustitución de importaciones (1950-1980) inaugurado con el gobierno de Ruíz Cortinez aprovechó las secuelas de la conflagración mundial para continuar la incorporación de la industria alimenticia norteamericana al territorio nacional.
El modelo de sustitución de importaciones coincide con el crecimiento de las grandes superficies agrícolas bajo riego en el estado de Sinaloa y la consolidación de la transferencia de tecnología derivada de la revolución verde a los valles del estado.

En la década de 1960 se presenta en México la intención de establecer “polos de desarrollo”, algunos basados en la industria manufacturera y otros en el turismo. Se desarrollan así los grandes proyectos siderúrgicos del estado de Nuevo León y Jalisco, junto a los proyectos turísticos de los estados de Guerrero y Yucatán, basados en una política de llevar inversiones a los territorios que contaran con una “vocación” productiva especifica y en los que las inversiones representaran ganancias para los inversionistas nacionales y extranjeros.

“En México, generalmente las políticas monetarias, fiscales, comerciales y laborales han estado destinadas a incitar a la comunidad que se dedica a los negocios, para que ahorre e invierta en el mercado nacional proporciones crecientes de sus utilidades que van en aumento; pero estas mismas políticas, aplicadas en forma eficaz para acelerar el crecimiento, han tendido a provocar --o cuando menos a reforzar- una pauta muy inequitativa en la distribución del ingreso.” (Hansen, 1971)

Al periodo de esplendor de 1940 a 1960, se le conoció con el nombre del “Milagro Mexicano”, buscando emular en el discurso político el despegue que se presentó en la economía alemana después de la Segunda Guerra Mundial; pero el caso de México, lejos de establecer un desarrollo basado en la generación de riqueza, ésta se acumulo con base en la explotación irracional de los recursos naturales del país y en una política de bajos salarios para los trabajadores, generando condiciones de gran inequidad en el país.

Las décadas que siguieron al Gobierno de Lázaro Cárdenas se caracterizaron por profundas crisis políticas entre el gobierno y distintos sectores sociales, así tenemos la huelga de los Médicos de 1958, la de los Ferrocarrileros de 1965, llegando al movimiento Estudiantil-Popular de 1968 y los levantamientos guerrilleros de la década de 1970.

En el modelo estabilizador (1970-1980), la política gubernamental se basó, cada vez más, en la explotación de las tierras agrícolas como fuente de materia prima para la industria en el país, lo que trajo como consecuencia que se genera una fuerte tecnificación en el campo, la concentración de la tierra y la emigración de grandes flujos de mano de obra campesina a los centros urbanos del país.

Mientras se presentaba el cambio en el modelo económico del país de la sustitución de importaciones, al modelo estabilizador en el estado de Sinaloa, durante las décadas de 1960 y 1970 consolidaba su “vocación” como estado agroexportador con la introducción de variedades hibridas del “paquete tecnológico” de la “revolución verde”, lo que implicó el aumento en los rendimientos por hectárea y una secuela de contaminación por el uso inmoderado de pesticidas y fungicidas.

Estas décadas coinciden con el crecimiento explosivo de los centros urbanos, la ciudad de México, Monterrey y Guadalajara crecen de una manera exponencial; agudizándose con ello la especulación inmobiliaria y la desigualdad en la distribución del ingreso de los mexicanos.

Durante el sexenio de Luis Echeverría (1970-1976) se organizó en todo el noroeste de México (Sonora, Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Nayarit) movimientos de ejidatarios exigiendo el reparto agrario, lo que derivó en la formación de nuevos ejidos y la ampliación de la superficie agrícola, en el caso se Sinaloa, se amplió la superficie bajo riego en los valles del estado.

La crisis económica de 1982, al finalizar el sexenio de López Portillo, se presentó tras la enorme acumulación de riqueza derivada del conflicto petrolero de 1973 entre los EEUU y los países árabes, la cual, después de ser capitalizada por México, no pudo ser traducida en la generación de fuentes productivas que aseguraran la industrialización del país.

Al concluir el sexenio de López Portillo, el país se encontraba ante condiciones de una crisis financiera de grandes magnitudes que llevó al país a tomar la decisión de impulsar un programa de reformas financieras, entre las que se incluyó la nacionalización de la banca mexicana.

La inauguración del modelo económico neoliberal en México se da en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), el cual inicia de manera unilateral la apertura de México al mercado internacional y la venta de industria paraestatal. El modelo neoliberal ha promovido por los círculos financieros y oficiales en el país desde 1980, ponderado con ahínco las agroindustrias y los agronegocios en el campo.

En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) las políticas neoliberales se profundizaron. Con el fin de llevar adelante la modernización del campo se decretó una nueva modificación al Artículo 27 constitucional en 1992, la que está caracterizada por la apertura comercial del país al mercado internacional en el marco de la firma del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (México, Canadá y EEUU) en 1994, el cual prevé dejar atrás las medidas arancelarias que restringen las entradas de productos a los mercados de los tres países firmantes en al año 2008.

El modelo neoliberal en la agricultura se ha basado en una política de descentralización de la actividad de administración del estado para quedar concentrada en manos de particulares, tomando medidas administrativas como lo fue en 1992 el traspasó de la responsabilidad de la administración de los Distritos de Riego a los productores agrícolas a partir de la modificación de las leyes en la materia.

El proyecto neoliberal ha significado para Sinaloa un cambio en las pautas de los cultivos y en la tenencia de la tierra, generalizándose el rentismo y la venta de tierras ejidales a particulares, lo que trae consigo una nueva concentración de la tierra en manos de grandes propietarios. La entrada de las tierras ejidales al régimen de la propiedad privada ha permitido que se presente la siembra de grandes extensiones de tierras (1.000 a 5.000 has) con un solo cultivo agrícola que le permite transformar el paisaje rural del espacio geográfico de Sinaloa. Esta tendencia al monocultivo en la agricultura de Sinaloa se acentúa con la entrada de plantas para la producción de biocombustibles (etanol) en los valles del estado.

Redes Institucionales

El concepto de Red Institucional, se deriva de los estudios de redes sociales (Hanneman, 2000, Molina, 2001, 2007; Vélez, 2008) que se centran en los estudios de redes personales y egocéntricas, las primeras producto de la interacción entre seres humanos independientemente del territorio en el que se desarrollan; mientras que en las segundas el territorio juega un papel importante en su organización y morfología.

Las redes sociales (personales y de capital social o egocéntricas) son el contexto social ordinario en el que se desarrollan las relaciones humanas, están sustentadas en la cultura de los pueblos, su amplitud y niveles de interacción depende de las condiciones materiales en las que se desarrollan dichas redes.

“La corriente de redes sociales como abordaje metodológico permite la confluencia de otro sector importante de la teoría que propone describir y graficar las relaciones sociales que construyen o impiden el surgimiento de una economía basada en el conocimiento. Las principales preocupaciones de esta corriente han sido las relaciones ínterorganizacionales, las redes de políticas públicas (policy networks Rhodes y Marsh 1995, entre otros), redes de innovación (knowledge or innovation networks, Casas 2001), Actor-Network Theory (Law:1999) y las redes que se configuran a partir del capital social (Burt 2000, Lazega:2004). Estas estructuras fotografiadas a partir de la graficación de las relaciones, permiten describir trayectorias de los actores, sus interacciones en términos de intercambio de recursos entre las organizaciones, y los lazos interpersonales de afecto y confianza entre los sujetos o relaciones de poder en las que se involucran sujetos y objetos (Actor-Network Theory).” (Vélez Cuartas, Gabriel, 2008)

En nuestro caso, el concepto de redes institucionales se aplica para definir el proceso de evolución de la complejidad histórica de la sociedad; las redes institucionales no pueden trasladarse denominativamente de un espacio geográfico a otro, por lo que no es posible encontrar estructuras (morfología) institucionales que cuenten con la capacidad de formar nodos para la incorporación de redes en el capitalismo tardío; de hecho las redes institucionales son una forma de dimensionar el desarrollo de una sociedad, toda vez que una de sus principales características es que son endógenas.

Considero importante enfatizar que la interacción que se establece en cada actividad productiva, en su propio escenario de desarrollo, involucra necesariamente a un conjunto de dependencias gubernamentales, centros de investigación y productores, cuya interacción son la base en la que evolucionan las redes institucionales, concepto que permite estudiar las condiciones endógenas en las que se genera la vinculación entre los distintos factores que intervienen en el desarrollo regional: territorio, cultura, trabajo, capital, entre otros.

Uno de los aspectos centrales en las redes institucionales es la generación de capital social (Bourdieu, 1979), concepto que nos permite comprender las relaciones que se presentan en el territorio para el desarrollo de los espacios productivos. Las redes institucionales, son un concepto evaluador de los procesos de desarrollo del tejido social en su relación con su desarrollo político, económico y sociocultural, aspectos que son indivisibles de las condiciones de evolución del espacio geográfico.

Una de las características de las redes institucionales es que se desarrollan dentro de un contexto social específico, inmersas en una cultural que las reclama como forma de organización, es decir, no podemos hablar denominativamente de redes institucionales en sociedades que no cuentan con un intercambio elevado de relaciones (políticas, económicas y socioculturales).

En el momento en que una sociedad reclama mayores flujos de información (conocimiento), es imperativo estructurar redes institucionales, con la interacción entre instituciones, cuya condición principal es soportar la herencia cultural de la sociedad en la que se conforman. Las redes institucionales representan al tejido social en su condición de metaconciencia, en cuyo marco de referencia interactúan una amplia gama de redes sociales, cuya normalización está dada por las normas establecidas en las instituciones.

El incremento en la interacción económica en los procesos productivos, reclaman que se presenten transformaciones en la organización de las instituciones encargadas de gestionar la incorporación y el uso, no sólo de nuevas tecnologías en el territorio, también pautas de organización del espacio geográfico.

La condición germinal en las que se establece el desarrollo de las Redes Institucionales están presentes en las sociedades humanas -aún en su formas más incipientes-, desde el surgimiento de las primeras aldeas, no como un elemento al que inevitablemente habría de llegar toda sociedad, pero sí, como una trayectoria en la complejidad histórica al que las posibilidades de la evolución social coloca en el camino de la humanidad.

La evolución de las redes institucionales en la historia de las sociedades, está relacionada con los procesos culturales de las mismas, es decir, con los procesos inter e intrapsicológicos (L. S. Vygotsky, 2003) que permiten al ser humano apropiarse de los significados que le da la cultura a la cual pertenecen, y de ahí, también su complejidad histórica.

Con la intención de esquematizar la evolución de las redes institucionales, es factible considerar que éstas requieren de un basamento social en el que se presentan saltos cualitativos o “revolucionarios” que dan origen a una nueva etapa de desarrollo próximo. Los “saltos” son concéntricos en cada una de las fases del desarrollo de la sociedad.

Es posible entonces imaginar las distintas fases en las que se soporta el crecimiento de las redes institucionales como un todo histórico, en el que cada una de las fases precedentes habrá de definir la composición, cobertura y solidez de las que le continúan.

La TRCT está transformando las pautas de distribución del espacio agrario en Sinaloa, con la adopción por parte de los productores de maquinaria que permite acortar los tiempos de siembra, cosecha y empacado de los productos del campo, lo que a su vez permite una mayor automatización de la producción agrícola en el campo.

La organización del espacio geográfico, en el capitalismo en su etapa de economía abierta (economía de mercado) se presenta en una desintegración vertical y horizontal de la línea de producción de los procesos productivos, lo que trae como consecuencia un entorno de competencia en la subcontratación de los servicios.

Por definición las redes institucionales consideramos a un intricado conjunto de interacciones entre instituciones que se concreta en la coordinación de cada una de ellas para soportar el desarrollo económico y sociocultural en una escala regional.

La producción agrícola requiere cada vez más de mecanismos organizacionales que le permitan al productor gestionar la Ciencia y la Tecnología en función de escenarios prospectivos que tomen en cuenta las tendencias de desarrollo y técnicas de producción del sector agrícola, de ahí que el desarrollo de redes institucionales en las que la vinculación entre Centros de I+D (Investigación y Desarrollo), Universidad, agroindustria y gobierno se considera fundamental para la incorporación y desarrollo de la nuevas tecnologías, enfatizando en un mayor valor agregado para los productos que se comercializan en el mercado mundial. ¿Cómo se forman estas redes? ¿Por qué surgen en un ámbito territorial y en otro no?

Como hemos expresado en los párrafos anteriores, las redes institucionales no pueden ser trasladadas de un entorno geográfico a otro, su condición endógena es una condición sin ecuanon para que el tejido industrial “despegue” en un territorio.

El desarrollo científico y tecnológico de Sinaloa se ha caracterizado por la baja productividad industrial, con un producto interno bruto que se presenta en mayor porcentaje de los servicios, seguido por el sector primario y en menor medida por el sector secundario.

Es importante distinguir el concepto de red institucional de la llamada relación triple hélice (universidades, empresas y gobierno), las redes institucionales son órganos desarrollados en la interacción entre estructuras sociales heredadas históricamente por la sociedad a la que pertenecen y es difícil trasladarlas, mientras que los enlaces triple hélice (Etzkowitz y Leydesdorff, 1997) corresponden a formas de gestión del conocimiento, son formas de administración cuyo objetivo es organizar el desarrollo de estructuras de interacción entre los cuerpos científicos y las empresas para propiciar condiciones que favorezcan el desarrollo económico.

El concepto de Red Institucional nos permite adentrarnos en el desarrollo de un campo de conocimiento en el que el planteamiento metodológico interparadigmático, es decir, de interacción entre paradigmas de distintas disciplinas, se estructura a partir de las aportaciones de la economía institucional y el neoinstitucionalismo (Douglass, 1993; Rothstein, 1996); que considera a las instituciones como el entorno de negociación y decisión de los intereses sociales; así mismo, establece las condiciones psicológicas en las que se soporta la complejidad histórica de las redes institucionales, que cuentan con una base sociocultural e histórica que les permiten ser explicadas cabalmente desde la Ley de la Doble Formación de la teoría Sociocultural de Lev S. Vygotsky (2000), de la cual se derivan los conceptos de “zona de desarrollo real” y “zona de desarrollo próximo” con los que interactúan los individuos en un contexto sistémico, aspecto que nos permite retomar el concepto de límite de la teoría General de Sistemas de Niklas Luhmann (2002); que se relaciona así mismo con el proceso de incorporación de nuevas tecnologías a los procesos productivos, aspectos que es retomado por las explicaciones de los procesos tecno-científicos de Milton Santos (2000) y el contexto económico regional de Paul Krugman (1999).

La posibilidad de que se presente una vinculación amplia entre las instituciones en el espacio geográfico de Sinaloa está relacionada con la consolidación de una identidad productiva, es decir, con actores sociales (individuos y organizaciones) que pugnen por una estructura social en la que la normalización de las pautas de conducta estén mediadas por aspectos de índole legal e institucional.

North Douglass (1993) en su libro “Instituciones, cambio institucional y desempeño económico” otorga a la cultura el papel de definir las condiciones informales en las cuales encaramos y resolvemos los problemas, es decir, son las condiciones sociales en las que se toman decisiones.
“La consecuencia a largo plazo del procesamiento cultural de la información que está en la base de las limitaciones informales es lo que juega un papel importante en la forma incremental por medio de la cual las instituciones evolucionan y por consiguiente en una fuerte dependencia de la trayectoria”. Añadiendo, “Igualmente importante es el hecho de que las limitaciones informales derivadas culturalmente no cambiarán de inmediato como relación de las reglas formales, como resultado, la tensión de redes formales alteradas y limitaciones informales persistentes produce resultados que tienen consecuencias en la forma en que cambian las economías” (Douglass, 1993)

Las decisiones en una sociedad democrática se toman por conglomerados humanos que abarcan a un número cada vez mayor de individuos, lo que implica un incremento en la complejidad de las instituciones; las cuales son vistas, desde el institucionalismo económico como el espacio que enmarca la función de crear sinergias específicas para cada uno de los sectores de la economía y con ello impactar positivamente en el desarrollo de la sociedad.

Los aspectos que caracterizan a las instituciones, son en primer lugar, que sus funciones están delimitadas por estatutos legales (leyes, códigos, tradiciones), en segundo lugar, la escala de valores, entendidos éstos como la directriz cultural de las instituciones, y en tercer lugar, el más importante, que en las instituciones se entabla la comunicación con base a conceptos abstractos, signos y símbolos con un significado compartido por sus miembros, lo que permite que la estructura formada en un entorno institucional sea considerado parte de la herencia cultural de la sociedad.

Las instituciones son un conglomerado humano representativo de la “matriz cultural” a la que pertenece y que a la vez que impactan, son impactadas en la conformación del tejido social o milleu cultural en el que se desenvuelve la sociedad.

Considero a “la institución” una categoría con fortaleza epistemológica para establecer una medida de desarrollo de una sociedad, al tomar como punto de partida para esa tabulación la eficiencia que los miembros de la misma tienen en el manejo de la complejidad histórica, a través de lo que Niklas Luhmann (1996) define como la reducción de la incertidumbre en la toma de decisiones.

La temporalidad del desarrollo se encuentra definida por una permanente toma decisiones, en condiciones de cambio perenne, en las sociedades modernas se requiere de instituciones con un conglomerados humanos calificados y de un entorno cultural que posibilite la permanente rotación de la pirámide de poder en las instituciones, aspectos que son el principal obstáculo en las sociedades subdesarrolladas de América Latina.

Abordar el papel de las redes institucionales como soporte de la transformación del espacio agrícola implica la conformación, no sólo de una metodología que permita obtener con objetividad los datos empíricos para medirlo, también y de una forma que considero más importante, conformar un marco teórico para emprender la tarea de analizar el desarrollo como un objeto complejo del conocimiento, es decir, el desarrollo es una área de conocimiento donde confluyen varios objetos de estudio de distintas ciencias sociales, pero no por ello el conjunto de los paradigmas que constituyen a cada una de las disciplinas que concurren en el estudio de este campo de conocimiento.

El soporte para la formación de las redes institucionales se encuentra en la cultural. La sociedad se “desdobla” históricamente, es decir, presenta una evolución semiótica (conceptual), una condición que se explica a partir del papel de la mediación que tiene el lenguaje y el pensamiento como guía de las actividades productivas en el uso de las nuevas tecnologías, insistimos en el hecho de que es posible establecer fases del desarrollo de la sociedad, ilustrándolas a partir de la complejidad histórica que han alcanzado el uso que de las redes institucionales hace la sociedad.

Debemos decir, que si bien, el desarrollo científico-tecnológico representa una importante influencia para las pautas de evolución del espacio agrario, éste debe combinarse con la evolución del tejido social, con el fin de que se establezcan elementos para un desarrollo regional de largo alcance, representado de manera preponderante en las redes institucionales que se establecen para usar y desarrollar las innovaciones tanto de proceso como de producto en la agricultura.

En la actual fase del desarrollo económico de Sinaloa y de la agricultura que se practica en el estado, nos lleva a considerar la entrada del espacio agrícola Sinaloense a una etapa Tecnobiológica (Morales, 2007) en la que la producción de variedades genéticamente modificadas demandará, tanto de la puesta en marcha de de redes institucionales como de una mayor interacción de las mismas en el sector agrícola del estado para mantener altos niveles de producción en el campo y competitividad en las cadenas globales agrícolas.

Conclusiones



La incipiente presencia de redes institucionales en el espacio agrícola de Sinaloa es el resultado de una evolución histórica desordenada de la actividad en la región, lo que se expresa en políticas públicas dispersas, en duplicación de esfuerzos institucionales y en el constante desperdicio de los recursos técnicos y humanos ante la falta de planeación de la actividad en el estado.

Las pautas en el desarrollo regional del espacio geográfico de Sinaloa y en especifico del espacio agrario está delimitado por la evolución de los distintos valles agrícolas del estado; lo que reclama la planeación territorial de la actividad, entendiendo, para ello, que la cultura y la economía van a la par en los procesos productivos, lo que hace imposible que se simule el desarrollo de la sociedad, toda vez, que la práctica de una transferencia tecnológica sin vínculos en las redes sociales, y por tanto sin asidero en las redes institucionales impide que se formen las estructuras que permitan la evolución de la sociedad.

La introducción de OGM al espacio agrícola de Sinaloa está determinada por la dependencia del estado del mercado de EEUU, lo que trae graves consecuencias ambientales y económicas para la agricultura del estado, al mismo tiempo que acentuará la dependencia de la actividad al modelo estadounidense.

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